En las ciudades hay en ocasiones espacios que no figuran en las guías turísticas, o que están en la memoria colectiva de una parte de la población pero que para otros muchos vecinos resultan totalmente desconocidos. Dar a conocer algunos de estos lugares de la ciudad de Alicante, en concreto los relacionados con la Segunda República y la Guerra Civil, era uno de los cometidos de la ruta urbana organizada en la mañana de ayer por la Plataforma de Iniciativas Ciudadanas (PIC), que comenzó en el paseo de Canalejas y culminó en el Mercado Central. En el recorrido, puntos tan destacados como el puerto, la plaza del Ayuntamiento y los palacetes de la calle Labradores, entre otros.

El itinerario urbano fue el punto final a la tercera edición del ciclo «Ciudad y Educación: redescubrir la ciudad», planteado por la PIC como una forma de divulgar la historia y el patrimonio de Alicante tanto entre la población en general como en especial a los docentes. El periodista José María Perea se encargó de ofrecer las explicaciones durante la ruta, desde aspectos bastante conocidos como el triste final de la Guerra Civil en el puerto de Alicante hasta cuestiones que no son tan de dominio público, como dónde tenían sus respectivas sedes organizaciones como los distintos partidos políticos y sindicatos existentes en aquellos años. También, cómo no, se hizo mención a los refugios antiaéreos que hubo durante la guerra en varios puntos de la ciudad, por ejemplo en las plazas de Séneca y del Doctor Balmis.

Entre las curiosidades expuestas por Perea a los asistentes a la cita -unas 40 personas- estuvieron la existencia de una acequia principal («sèquia mare») bajo la calle Mayor, o la llamada de atención sobre el detalle del reloj de sol del edificio que alberga el Archivo Municipal, que habitualmente pasa desapercibido. El periodista y miembro de la PIC también explicó por dónde discurría el trazado de la muralla alicantina, algunos de cuyos restos pueden observarse desde la plaza de San Cristóbal. Del extramuros también indicó, entre otros aspectos, que la actual calle César Elguezábal era conocida como «carrer del Diluvi» porque servía de escorrentía en épocas de lluvia.

Reloj parado a las 11.17

El recorrido finalizó en el Mercado Central, donde se exhibe el reloj que el 25 de mayo de 1938 quedó parado a las 11.17 horas, cuando comenzó el bombardeo de la aviación fascista que causó la muerte de más de 300 personas. Junto al monumento conmemorativo de esos hechos, Perea leyó la crónica escrita aquel mismo día por Eliseo Gómez Serrano, y reproducida por INFORMACIÓN en marzo de 2009, en la que se narraba cómo todas las bombas cayeron sobre el centro urbano, además del gravísimo destrozo humano y material provocado por los proyectiles.