«La basura empieza a oler y los clientes se quejan. Dicen que no pueden pasar por la acera, que apesta y que dónde va a llegar la montaña de basura», explica el empleado de una pescadería de la plaza del Padre Fontova, en San Blas, en referencia a las bolsas rotas y con los desperdicios desparramados por el suelo que invaden el barrio, incluidos restos de alimentos. Una imagen que se repite en la mayor parte de Alicante, que entra hoy en la sexta jornada de la huelga de limpieza y recogida de basuras con más de un millón doscientos mil kilos de desperdicios en las calles. «Y menos mal que estamos en invierno y aún hace fresco, si hiciera calor el hedor sería insoportable», añade la dependienta de una panadería próxima, que tiene que tener todo el día la puerta cerrada por el olor. Peor lo están pasando en una cafetería con terraza, que tiene las mesas a pocos metros de una montaña de basura. «Nos perjudica porque ya va oliendo y nadie se quiere sentar en la terraza con este paisaje», dijo el propietario.

La indignación se extiende entre los vecinos de la plaza de América por las montañas de basura próximas a colegios y al centro de salud. «Si hay un 50% de servicios mínimos, ¿por qué solo van al centro? Los pobres nos tenemos que comer la basura», se quejaron. Incluso, dijeron, se plantean desparramar los residuos por la calle para que vayan a recogerlos, y en la Florida, vecinos de la calle Orión, han empezado a hacer una barricada de bolsas de basura.

Moscas y avispas revolotean ya por acera y calzada en una zona de contenedores de la calle Primavera, en Carolinas. Una situación que está amargando la vida a Lola García, vecina de un piso bajo que no puede abrir las ventanas por lo insoportable del olor. «He llamado a la Policía Local, al 112, a la empresa de contenedores y nadie me hace caso. Pago mis impuestos y tengo derecho a no tener la basura al pie de mi ventana, que se la ponga la señora alcaldesa debajo de las suyas», protestó. Justi Cordero, que también vive en Carolinas, ha aguantado la basura en su piso lo que ha podido «pero llega un momento en que hay que sacarla porque de lo contrario las casas se convierten en estercoleros». Esta vecina comparte la lucha de los trabajadores por su convenio y dice que sacar la basura a la calle es una forma de apoyarles. «Si la ciudad sigue limpia no se hace daño, y a la empresa y al Ayuntamiento les importará un pimiento». Además, propuso que se detraiga el impacto de la huelga del recibo de la basura de este año. Por su parte, un trabajador dijo que la plantilla no lo pasa bien con la medida de presión porque dejarán de percibir gran parte de la nómina de enero.

Pese a los miles de desperdicios en las calles en este sexto día de huelga, aún no existe riesgo para la salud de los ciudadanos, según los informes de la Concejalía de Sanidad. Por esta razón, el Ayuntamiento no se ha planteado contratar a ninguna empresa externa para recoger los residuos, como sí hizo el Gobierno local de Málaga.