En el dique seco. Así han pasado este año buena parte de los investigadores del campus de San Vicente, seriamente afectados por el recorte de fondos que ha sobrepasado pérdidas del 22%, de 16,5 millones de euros a 12,8 millones. Estos 3,5 millones menos para investigar han dejado sin fondos a los grupos de tamaño medio, los principales damnificados en sus trabajos, como destacan en la dirección del Secretariado de Investigación, lo que les ha obligado a prescindir de becarios contratados y a pasar del trabajo en el campo y en el laboratorio, al de la mesa del departamento entre papeles.

Es el principal lamento de estos investigadores, no haber podido avanzar en sus proyectos. Por eso echan la vista desesperada hacia el programa marco europeo Horizonte 2020, toda una brisa de aire fresco dotado con más de 70.000 millones de euros y del que esperan arañar hasta 4.000 millones para los grupos de la Universidad de Alicante que este año no han visto un euro.

Afectados

Los tres grupos de investigación en los que participa el Ingeniero Químico Andrés Fullana, junto a Enrique Herrero y a Rafael Font, obtuvieron una concesión provisional de fondos en junio de 2012, «pero la definitiva no ha llegado nunca porque, según explicaron, se remitían los fondos a Hacienda pero, como la Generalitat no cumplía con la ley de sostenibilidad presupuestaria, se devolvían».

A la tortura que padecen por la falta de un dinero que les correspondía en buena ley se añade para estos investigadores la «vergüenza» de que sus proyectos son conjuntos, forman parte de otros globales europeos en colaboración con otras universidades, «y además de no poder acompañarles quedas mal con los demás porque no llevas su ritmo de trabajo y no puedes avanzar», apunta Fullana.

Un año de retraso, porque sin fondos se han quedado sin personal investigador de apoyo y «personalmente tienes otras obligaciones profesionales que debes cumplir, dejando de lado recursos que no puedes optimizar. La incertidumbre sobre la recepción de fondos te hace trabajar muy mal», confiesa.

Esta situación ha afectado a proyectos de reciclaje de residuos, de pintura y de plásticos de tipo energético para aprovecharlos para quemar -pirólisis y combustión­-. «Te lo ponen muy difícil para algo que haces casi por amor al arte porque se paraliza todo y se retrasan entregan durante meses», abunda.

En Química Analítica, Nutrición y Bromatología les ha pasado tres cuartos de lo mismo. Juan Mora Pastor corrobora que este año se han quedado sin financiación y que tampoco las empresas que colaboraban han echado un cable porque, al reducir sus ingresos, prescinden de la innovación que queda «relegada» y, en el laboratorio, parados. El suyo es el campo de la espectrometría atómica analítica.

La arqueóloga Sonia Gutiérrez también ha vuelto al despacho. Lo de escavar un yacimiento ha pasado a la historia durante 2013, pese a que precisamente el conocimiento histórico, como asegura esta catedrática, «comparte mucha técnica y trabajo experimental con las ciencias. Es ridículo que los investigadores tengamos que trabajar en el siglo XXI como burócratas», se lamenta.

Como el dinero no ha llegado para todos, al no estar en los primeros puestos de la lista, al igual que otros grupos científicos intermedios, han pasado este año de la financiación estable a la nada.