Posiblemente, quienes lean esta noticia no lo verán, no por nada, sino porque el ciclo de vida se acaba en todo ser humano. Sin embargo, nuestros descendientes podrían, quién sabe, ser inmunes a enfermedades mediante «vacunaciones a la carta». El director del grupo de investigación de Microbiología Molecular de la Universidad de Alicante (UA), Francisco J. Martínez Mojica, estudia desde hace 20 años un curioso sistema de «vacunación natural» de las bacterias.

No sólo los animales y las plantas sufren enfermedades como consecuencia de infecciones virales; las bacterias también están sujetas a infección por ciertos virus, llamados bacteriófagos, o simplemente, fagos», ha explicado el catedrático alicantino. Cuando la bacteria es infectada por un fago, ésta es capaz de incorporar en su material genético fragmentos de ADN, llamados espaciadores, procedentes del virus, que le sirven como registro de la exposición.

De esta manera, las bacterias pueden acceder a este registro en posteriores ataques para reconocer y destruir a los invasores virales. Este sistema de inmunidad de las bacterias se denomina CRISPR-Cas. Sin embargo, los virus también tienen la capacidad de hacerse resistentes a esta inmunidad, por lo que para que la defensa resulte eficaz, el arsenal de espaciadores tiene que experimentar una incesante renovación permitiendo a la célula adaptarse a los nuevos invasores», según ha añadido Martínez Mojica.

Los investigadores han desarrollado una herramienta genética para detectar adquisiciones de nuevos espaciadores, o lo que es lo mismo, los precursores de nuevos «anticuerpos», que servirá para caracterizar esta etapa de inmunización. El sistema CRISPR-Cas se está utilizando, en fase experimental, para eliminar versiones defectuosas de genes o incluso reemplazarlas por la versión funcional, lo que podría resultar de especial utilidad en terapia génica. Sería posible transferir a un organismo superior -una planta o un animal- un sistema CRISPR-Cas programado para destruir un gen defectuoso responsable de un trastorno hereditario, eliminando así la causa de la enfermedad.

De hecho, ya ha sido probado en peces y ratones. «¿En humanos?...hoy ni es posible ni es viable, pero el futuro se escribe en el presente», pregunta y responde el propio Martínez Mojica.