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La guerra del ruido: ocio o descanso

La concentración de pubs y veladores en el centro aviva el conflicto entre los vecinos y hosteleros

Agentes de la Policía Local realizan mediciones de ruido. varuna brull

La calle San Fernando y alrededores, el Casco Antiguo, la Playa de San Juan, el puerto y, ahora, el Centro Tradicional. Las zonas de ocio han experimentado un proceso nómada y, aunque siempre ha habido denuncias vecinales, en los últimos dos años las quejas se han disparado. Al menos, esa es la percepción de la brigada de la Policía Local adscrita a Urbanismo que se encarga de realizar las inspecciones de los locales y las mediciones de ruido.

Al hecho de que la zona de ocio se localice en el área residencial del centro se une la concentración de bares y pubs así como la proliferación de veladores, sobre todo desde que hace dos años la ley prohibiera fumar en el interior de los establecimientos. A todo ello se suma, además, una nueva tendencia en el ocio de los alicantinos que ha desembocado en el llamado «tardeo», de modo que la hora de salir arranca a medio día y se prolonga hasta la madrugada.

Una concurrencia de factores que ha convertido al Centro Tradicional en el epicentro del ocio durante los fines de semana y que ha enfrentado a hosteleros y vecinos. Los primeros defienden que, en plena crisis, se ha logrado crear una zona próspera, repleta de negocios y de clientes que vienen de toda la provincia. De hecho, desde la asociación de locales de ocio sostienen que cada fin de semana el popular «tardeo» atrae a unas 3.000 personas de fuera de la ciudad y que al cabo del año genera unos beneficios de 8 millones de euros. Esgrimen, además, que se da trabajo directo a un millar de personas y que es una oportunidad de oro para que la ciudad marque su rumbo y se posicione como referente del ocio y la gastronomía.

Los vecinos, por su parte, se han puesto en pie de guerra. Defienden su derecho al descanso y reclaman, al menos, ocho horas libres de ruido. Exigen más presencia policial para garantizar el cumplimiento de las normativas y, para ello, han colocado pancartas de protesta en los balcones, han pedido su amparo al Síndic de Greuges y han presentado decenas de denuncias contra algunos locales por el incumplimiento de los horarios de cierre o de las normativas de ruido y veladores. Sin embargo, su reivindicación de declarar algunas calles como Zona Acústica Saturada -para suspender la concesión de licencias y reducir los horarios- no ha salido adelante, dada la negativa del equipo de gobierno local del PP.

El equipo de Sonia Castedo esgrime que aumentar las restricciones a los pubs resultaría «desproporcionado» y que ya hay normativa que limita la instalación de locales en el centro, donde se establece una distancia mínima entre ellos de 50 metros. Así lo aseguró la portavoz local del PP, Marta García Romeu en el último pleno, en el que afirmó que el derecho al descanso está garantizado -algo en lo que discrepan EU y algunos ediles del PSOE, que no todos-. Por ello, limitan su compromiso a realizar mediciones de ruido y tomar más medidas dónde se consideren necesarias.

Esas mediciones ya han comenzado, por parte de la docena de agentes de la brigada policial adscrita a Urbanismo y se han concentrado en el centro tradicional. El problema con el que se encuentran los agentes cuando realizan mediciones de ruido es determinar si el problema procede de la calle o es achacable a algún local.

Explican que de las mediciones realizadas este año en casas de los vecinos, hay en torno a 70 que han dado positivo y han derivado en expedientes sancionadores. Las multas oscilan entre los 60 y 600 euros cuando se trata de una infracción leve y pueden alcanzar hasta los 6.000 euros en casos graves o de reincidencia. Lo habitual, explican, son multas de en torno a 2.000 y 3.000 euros. Además de las sanciones por exceso de ruido, los agentes han remitido al Consell otra treintena de actas levantadas por el incumplimiento de los horarios de cierre.

Aunque, tal y como han constatado los agentes en sus inspecciones, los locales de ocio están ahora más acondicionados que antes, con sistemas de insonorización y dobles puertas, apuntan a que se produce una concentración de bares y veladores en el centro y que en muchas ocasiones es el ruido de la calle, con el murmullo de las terrazas, el paso de la gente y los gritos o conversaciones a gritos, es lo que genera el problema. De ahí que los agentes apelan a la sensibilidad y concienciación de los clientes.

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