Tienen once años, todavía no dominan la tabla de multiplicar, les cuesta entender lo que leen y, para colmo, proceden de familias sin recursos. Académicamente son el vivo reflejo de los negativos resultados globales del alumnado de la Comunidad en las pruebas diagnósticas que hace la Conselleria de Educación cada año en cuarto de Primaria y segundo de Secundaria y, además, su complicada situación económica no les permite pagar clases particulares, así que la Fundación de la Enseñanza y Formación para el Empleo, una de las dos patronales de la enseñanza concertada, ha decidido salir en su rescate.
Ha reclutado una quincena de voluntarios, junto a Cajamar y los ayuntamientos de Alicante y Sant Joan, para darles clases particulares sin que les cueste un euro.
«A mi hijo le hace falta mucho refuerzo en dos asignaturas, lengua castellana y valenciano, y como son muchos más en clase y han quitado tanto profesorado, ya no tienen clases de apoyo y se queda más retrasado». Marisol González está muy agradecida al programa de apoyo escolar que ha puesto en marcha la fundación en Alicante y Sant Joan, porque «somos familia numerosa y no puedes estirar el sueldo: hipoteca, luz, agua, comunidad, comida y ropa. Con cinco en casa no me puedo permitir los 50 ó 70 euros al mes que cuesta una academia».
Al principo, le dijeron en la fundación que no podría ser, porque en su casa hay una nómina, «pero de sólo mil euros y la mitad se lo lleva la hipoteca», así que tras comprobar estos extremos, Aitor ha conseguido las clases particulares solidarias que se han extendido a los barrios de San Blas, Los Ángeles, Ciudad de Asís y Garbinet, además de en el colegio Cristo de La Paz por las tardes. «Llega contento a casa diciendo que ha entendido todo lo que le han enseñado. En clase se despista con una mosca», comenta Marisol.
El proyecto arrancó los dos últimos meses del curso pasado y en poquito tiempo, como explica el coordinador, Ubaldo Aracil, «se ha n0tado gran mejoría tanto en el interés como en el rendimiento escolar de, al menos, la mitad de los alumnos».
José Eduardo Catalá, profesor jubilado, se enteró del programa por el Ayuntamiento y con estas clases, una hora tres días a la semana, destaca la atención personalizada que reciben los alumnos «imposible en las aulas actualmente. He vuelto a dar clase, ahora sin cobrar, porque sé que los que tengo delante lo necesitan. Lo que podemos hacer por los demás, antes lo han hecho por nosotros». Este docente de larga experiencia dice que la satisfacción de atender a los alumnos supera cualquier otra cuestión. Lengua, matemáticas, valenciano y conocimiento del medio son las materias que más se les atragantan a los alumnos. «Hay una estudiante que por fin ha entendido las raíces cuadradas, les echamos una mano en sus deberes del día a día y, además, trabajamos las técnicas de estudio, subrayado, esquemas y resúmenes».
Ana Torregrosa estudia Periodismo en Elche y dos tardes a la semana imparte clases particulares. «Cuando llego me abrazan y me dan las gracias, es impagable», dice. Cuando no sabe contestar alguna duda de los alumnos, la aparca hasta el día siguiente y confiesa que no cambiaría esta actividad por nada.
Son escuelas unitarias de las de toda la vida. María Teresa Sánchez, abuela de Aarón, también está encantada: «Iba muy flojo tras repetir cuarto y mi hijo está en el paro y mi nuera limpia por horas, la academia era un lujo».
