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Sólo la crisis puede con ellas

Expertos alicantinos aseguran que las rotondas son «una simple moda» y no el único recurso para solventar los cruces

Imagen de una de las rotondas que atraviesa Vía Parque. isabel ramón

Se cuentan por decenas, aunque no existe ningún registro oficial en Alicante. Algunos las defienden y otros tantos cargan con dureza contra ellas. Unos pocos apoyan la urbanización de su zona interior, mientras que otros se oponen a que dejen de ser recursos y pasen a ser monumentos. Eso sí, todos aseguran que saben circular a la perfección por su interior. Y es que las rotondas no dejan a nadie indiferente.

La actual situación económica ha frenado en los últimos meses la construcción de glorietas en la ciudad, pero no deja de ser un espejismo. La moda, dicen los expertos, seguirá muy viva cuando las arcas municipales se recuperen de la asfixia que atraviesan y se retome la actividad en la obra pública que anda en parada técnica.

Lo cierto es que en la actualidad resulta imposible atravesar cualquier vía de recién construcción y no tener que sortear glorietas cada pocos metros. Algunas son pequeñas, con apenas tráfico, mientras que otras son testigos del paso de miles de coches cada día.

Basta con dejarse caer por la zona de expansión de la playa de San Juan para encontrar una rotonda en cada uno de los cruces, en un evidente ejemplo de cómo una moda ha dado forma al desarrollo urbano de la ciudad. Y es que como dice Pedro Juan de Dios Alix, presidente del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas de Alicante, esta tendencia «obliga» a que los técnicos resuelvan cada intersección con una glorieta. «Parece que lo explica la teoría. ¿Tienes un cruce? Solvéntalo con una rotonda», explica el experto alicantino, quien sostiene que se «ha abusado, hasta límites preocupantes, de las rotondas». Pero no sólo en Alicante, sino en cualquier rincón del país.

Y es que, además de su utilidad como recurso para ordenar el tráfico, ha sido un foco atrayente para los políticos, muy dados a los actos de inauguración. No hace mucho, hasta catorce cargos públicos se fotografiaron en una pequeña rotonda construida en un pueblo de Granada, generando una polémica que saltó sin problemas los límites provinciales.

Pero las rotondas no sólo van rodeadas de controversia, sino que suponen una herramienta idónea para absorber flujos de tráfico, evitando interminables retenciones. No obstante, para que las glorietas sean efectivas se tienen que dar ciertas condiciones. «Para que tenga sentido la construcción de una rotonda debe existir un importante flujo de tráfico en varias direcciones, sino es así, la mejor solución pasa por instalar semáforos. Pero como está de moda construir rotondas, existen puntos donde la circulación se vuelve incómoda para los conductores», señala Armando Ortuño, profesor de Urbanismo de la Universidad de Alicante.

En la misma línea se muestra el ingeniero Alix, quien sostiene que las rotondas han solucionado tantos problemas como otros han provocado. «Hubo una época que se decidió que era la mejor fórmula para descongestionar cruces, pero entonces se empezó a abusar y ya se construían por sistema, sin analizar bien las situación del cruce a tratar», explica el ingeniero, quien apuesta a que en unos años, cuando la situación económica remonte, seremos testigos de «más y más rotonda en las ciudades».

Y es que las glorietas, aunque pueda parecer lo contrario, tienen alternativas. «Están los semáforos y los carriles paralelos, pero da la impresión que estas opciones son antiguas, que no se ajustan a estos tiempos. Y es mentira, hay cruces donde son más efectivos que una rotonda», añade Alix, que recuerda que el origen de las rotonda se sitúa en Francia, «de donde copiamos el modelo sin reparos».

Accidentes menos graves

Además, según el profesor Ortuño, las glorietas tienen otro beneficio para los ciudadanos. «Reducen la gravedad de los accidentes de tráfico porque obligan a que los conductores reduzcan la velocidad y, que en el caso de producirse un choque, éste sea lateral y no frontal, reduciendo la peligrosidad del impacto», añade Ortuño.

El ingeniero Alix incide también en la importancia de una buena educación vial para hacer más efectivas las rotondas. «Todo el mundo dice que sabe circular por ellas, pero no es así. Falta educación sobre cómo se debe circular por su interior. En España, el tránsito de vehículos es muy anárquico», sostiene el presidente de los técnicos en Obras Públicas.

Para el profesor Ortuño, el beneficio de las rotondas se ha ido aprendiendo con los años. De hecho, recuerda que la Generalitat optó hace algún tiempo por cambiar las rotondas partidas, que se vendían como una solución intermedia, por rotondas completas. «Se demostró que la seguridad en las rotondas partidas era menor que en las completas, por lo que el Consell elaboró un programa para cambiarlas», argumenta el experto, que se muestra muy crítico con la urbanización de las rotondas en Alicante. «No tiene ningún sentido que se coloque una masa verde en una glorieta que está rodeada de tráfico. El césped obliga a un mantenimiento y a un gasto de agua, así que el confort climático que se busca se acaba por perder», argumenta Ortuño, contrario a las obras en la glorieta del Milenio, en la Gran Vía: «Se convertirá en una isla rodeada de tráfico por tres carriles en los que se alcanzan los 60 y 70 kilómetros por hora. Es peligroso e incómodo. No sé de quién habrá sido la idea, pero no funcionará, seguro».

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