­El sueño comenzó en 1997. Fue creciendo y con el tiempo ha ido ganando peso. Unas veinte toneladas, más o menos. Isabel Elvira y Nuno Kawaguchi han hecho realidad lo que parecía una quimera y hoy tendrán en su casa de Alicante un órgano, un Henry Willis II de 1929, que viajará desde Escocia. Dicho así, no parece nada especial pero sí lo es.

Ambos son músicos, ella profesora en el Conservatorio Profesional de Alicante y él organista y compositor. Se conocieron en 1997 estudiando órgano, se casaron y buscaron un sueño común: desarrollar un centro cultural con el eje central de un órgano al que llamarían Villa Apia. Empezaron abriendo una escuela en Alicante, El Cajón Escénico. Y el pasado mes de febrero un colega alemán les avisó de que iban a vender una iglesia en Escocia y estaban recogiendo proyectos para decidir el futuro de su órgano. Isabel y Nuno presentaron una propuesta, la de cumplir su sueño. Les gustó y en abril les comunicaron que eran los elegidos para quedarse con este instrumento.

Al proyecto se unió Aitor San Miguel, también organista, y con él viajaron hasta Escocia. «Desmontar y embalar el órgano nos costaba 20.000 euros más IVA, aparte del transporte, así que decidimos hacerlo nosotros mismos», asegura Isabel Elvira.

El 4 de septiembre fue la fecha elegida. Viajaron a Edimburgo, después de superar todos los filtros políticos, burocráticos y legales. «Tuvimos que presentar un método de trabajo, un plan de seguridad y una política de prevención de riesgos laborales, un estudio del proceso de desmontaje y contratar un seguro de responsabilidad civil de 10 millones de libras... Ha sido un trabajo brutal».

Entonces comenzaron las tareas de desmontaje del instrumento, tras conseguir un piso para vivir, buscar los suministros de material de embalaje, alquilar una grúa y localizar el transporte adecuado. «Nos quedamos impresionados a medida que fuimos desmontando el instrumento porque es de una belleza asombrosa, con tallas en la caja que es de roble francés. Fue construido en 1929 por la casa Henry Willis que aún sigue existiendo», afirma la pianista. «Sus instrumentos se importaron sobre todo a Estados Unidos y destaca porque patentó y desarrolló una ingeniería de sistemas únicos para resolver las cuestiones técnicas de transmisiones entre la consola y los tubos».

Quince horas al día han trabajado en este instrumento de seis metros de alto y cinco de ancho, ubicado sobre una superficie de 24 metros cuadrados, con 1.600 tubos distribuidos en 29 registros. «Hemos realizado mediciones de temperatura y humedad para que se mantenga en las mismas condiciones hasta que volvamos a montarlo». Además, han fotografiado y etiquetado «absolutamente todo». «Primero sacamos los tubos, luego desconectamos lo que podríamos llamar el sistema respiratorio y después el sistema eléctrico con cientos de cables que hemos tenido que numerar ».

La última caja con las piezas de este Henry Willis se cerró el martes. Y el jueves este sueño comenzó un recorrido de muchos kilómetros para acabar su camino hoy, cuando llega a Alicante. «Hemos preparado un espacio para almacenarlo y vamos a construir un auditorio en Villa Apia para que se convierta en un lugar abierto a la cultura, la música, el arte... para todo aquel que quiera visitarlo o que quiera un espacio para mostrar algo».

Para ello han creado la Asociación Villa Apia. «No queremos ser nosotros solos sino que todo el que quiera participar tenga la puerta abierta. Los arquitectos van a ser socios colaboradores, de manera que queremos implicar a todo el mundo».