­En la Rambla de Méndez Núñez, una de las avenidas más céntricas y concurridas, se pueden contabilizar hasta una decena de chicles por metro cuadrado adosados al pavimento de la acera. Los comerciantes, hartos de la imagen de suciedad frente a sus negocios, han decidido asumir la retirada de los pegotes para cubrir este evidente déficit de los servicios municipales.

Con un palo y una cuchilla colocada en uno de los extremos, tanto comerciantes como porteros de edificios de la zona se han fabricado la herramienta con la que han comenzado a limpiar cientos de chicles de la acera. «Estoy harto de tanta porquería. Da pena ver así la Rambla», comentaba Miguel Fos, portero de uno de los edificios de la avenida que ha dejado como una patena los aproximadamente diez metros lineales de acera que hay frente a la fachada del inmueble. La diferencia, con otros tramos repletos de pegotes, salta a la vista.

Los propios comerciantes del entorno, al comprobar el resultado, le pidieron prestado su rascador artesanal o, incluso, se fabricaron uno similar. Fos, al igual que otros comerciantes del entorno, reclama una mayor presencia de la brigada de limpieza de chicles, a la que aseguran, hace meses que no ven por esta céntrica avenida. «La contrata dispone de maquinas hidrolimpiadoras con las que es más fácil retirar los pegotes», añade este trabajador.

Sin embargo, «hará cosa de un año que los servicios de limpieza estuvieron limpiando chicles, pero lo dejaron a medias y ahora está todo lleno», aseguró el vocal de la Asociación de Comerciantes de la Rambla (ACRA), Vicente Soria. Este último se pregunta «¿qué pensarán los turistas que pasan por aquí todos los días?».

Soria coincide con otros comerciantes, como Maruja Aracil, al asegurar que «no solo se trata de limpiar, también de que la gente tenga un mayor civismo y no tire los chicles al suelo». De hecho, la ordenanza municipal de limpieza contempla multas de más de 100 euros por ensuciar la vía pública con residuos. Algo que, no obstante, no logra disuadir a los incívicos que siguen tirando la goma de mascar al suelo.

De hecho, con un simple paseo por la Rambla pueden apreciarse los cientos de pegotes por todo el suelo. «Sólo en la acera de nuestra fachada hemos retirado unos cien chicles con la cuchilla que nos dejó otro comerciante», relata el encargado de un restaurante de la zona, Ramón Santamaría, quien considera que «el Ayuntamiento debería cuidar más la limpieza de esta zona de la ciudad».