Louis, un turista francés, fotografiaba ayer con esmero uno de los ficus de la plaza Gabriel Miró, ajeno a los grafitis que «lucen» los centenarios ejemplares en la parte inferior de los troncos. «¿Cómo es posible que alguien pueda pintar con espray en un árbol tan espectacular? No tiene sentido», se preguntaba sorprendido el visitante, al ser alertado de la presencia de grafitis en ejemplares que superan los 120 años de edad y rondan los veinte metros de altura y hasta cuarenta de diámetro.

Estos actos de vandalismo no quedan impunes. O eso aseguran desde la Concejalía de Atención Urbana. «Todas las pintadas que registramos en los ficus son investigadas por un grafólogo. No va a ser difícil encontrar al autor», afirmó ayer el concejal Andrés Llorens, quien reconoció que los expertos «no pueden hacer nada» para tratar de eliminar la pintura de los troncos. «Los tratamientos son muy agresivos y serían perjudiciales para los árboles», añadió el responsable del área. Fuentes de la Concejalía de Atención Urbana subrayan que dañar a especies protegidas está tipificado como un delito, no como una simple falta de carácter administrativo.

Por la plaza Gabriel Miró, que ha recobrado la vida tras la reciente rehabilitación, transitan a diario cientos de personas, entre alicantinos y turistas. Los visitantes, en mayor medida, quedan asombrados por la frondosidad de los ficus, además de por sus particulares raíces. De hecho, no resulta complicado encontrar a curiosos que se fotografían con algunos de los árboles más significativos del patrimonio de los ciudad, como son los ficus situados en Gabriel Miró.

No obstante, tal y como denuncian algunos vecinos, la existencia de ejemplares de gran valor natural no implica que el Ayuntamiento dignifique estos ejemplares. «Creo que se podría dificultar más el acceso a los árboles, para así protegerlos de actos vandálicos, como pueden ser estas indignas pintadas», afirmaba ayer Samuel Gómez, un vecino de Alicante, quien señalaba que en ayuntamientos de otras ciudades, además de aumentar la protección en los ejemplares más relevantes, incluyen datos que ponen de manifiesto la importancia de dichos árboles: «Podían poner una placa explicativa en cada ejemplar con su biografía, que indicara la especie del árbol, la edad estimada, altura, diámetro... Estos datos facilitarían que muchas personas dieran la importancia necesaria a unos ejemplares imponentes. Y además, el Ayuntamiento podía dejar claro en carteles que son árboles protegidos, indicando la sanción que corresponde por atentar contra ellos». Porque los ficus de Gabriel Miró no sólo soportan los grafitis de algunos vándalos, sino también presentan multitud de incisiones en los troncos con variados mensajes.

Otro vecino de Alicante, Francisco Jordá, admitió ayer sentir «vergüenza» ante las pintadas que dañan a ejemplares centenarios. «No se puede permitir que se pinten los árboles. A ver si va a ser la nueva moda, después de la salvajada de ´tatuar´ mensajes en los troncos. Sería otra atrocidad», argumentó el residente en Altozano.

Una zona con mucha vida

Desde la asociación de comerciantes de la zona, Más que Centro, su presidenta se mostró ayer indignada por los grafitis que se aprecian en los troncos de varios de los ficus de Gabriel Miró. «Es una de las plazas más bonitas que tiene ahora Alicante, con una vida impresionante, y no podemos permitir que algunos jueguen con nuestro patrimonio», añadió Toñi Torregrosa, quien lamentó que ciudadanos no sepan respetar el valor de los ficus de la plaza: «Algunos de estos grafitis son recientes. Lo sé porque paso con mucha frecuencia por aquí. No podemos permitir que árboles tan importantes para la ciudad, que son tan significativos como los ficus de Gabriel Miró, sean víctimas de actos vandálicos de este tipo».

Pero en una plaza que ha cambiado su imagen en unos años, no sólo los grafitis afean el entorno. En uno de los ficus, a salvo todavía de las pintadas de los desalmados, se pueden observar varios cables cortados, que cuelgan del tronco. Restos, tal vez, de las pasadas Hogueras o de alguno de los actos que con frecuencia se celebran en la tradicional plaza alicantina.

Además, en el homenaje al escritor que da nombre a la plaza faltan dos letras: la ele, que cierra Gabriel y la eme, que abre Miró. Dos ausencias que proyectan una imagen de dejadez en la zona, al margen de dificultar la lectura para los pocos, sobre todo turistas, que no conocen al autor alicantino.