Más de 200 personas asistieron ayer al Monasterio de la Santa Faz para recoger la bendición apostólica del papa Francisco que, por primera vez y coincidiendo con el año jubilar y la indulgencia plenaria, se gestiona en el templo. Así veía la luz la primera remesa de documentos sacros recién llegada desde el vaticano, un total de 96 bendiciones papales, que se correspondían mayoritariamente con las solicitudes durante la peregrinación de la Santa Faz de este año, tal y como recoge el documento.

Además, al ser el último domingo del mes, decenas de familias, niños y embarazadas acudieron a recibir otra bendición, la que dispensaba el capellán del templo, José Luis Casanova, al finalizar la misa.

Los certificados, encabezados por una fotografía del Pontífice y flanqueados por las cuatro basílicas mayores de Roma (San Pedro, San Pablo, San Juan y Santa María), se entregan con el sello autentificador y la consagración sobre los nombres de las personas o familias citadas en él.

En este último caso, dicha bendición comprende a todo el núcleo y su descendencia, por lo que se hereda generación tras generación. Una de las voluntarias, Esther Antolín, explicaba ayer que aún guardaban en la familia la bendición que su abuelo recibió en 1963 por el papa Pablo VI.

Numerosas familias se agolpaban ayer para, como ella, dar comienzo a su legado.

Según el capellán, la bendición significa «una petición de que Dios nos proteja, de sentirnos parte de una gran familia cristiana y una manifestación de amor hacia el Papa, sus gestos y acciones». Casanova incide en que es «sobre todo una llamada a la fe, a la esperanza y a la vida que representa el llanto y el balbuceo de los niños». Él contacta personalmente, por correo electrónico, con todos los peticionarios para convocarles al acto de entrega.

Feligreses del monasterio, iglesias y parroquias de la provincia guardaban turno ayer por una de las puertas laterales del templo. Juan José Díaz, su mujer y su pequeña de 7 años, parroquianos de Nuestra Señora de Los Desamparados de Alicante, aseguraban, ya con el documento sacro entre las manos, que para ellos lo representaba «todo»: «Es algo muy grande, que nos protege a los tres». Por su parte, Alejandra Friera, devota de la reliquia, explicaba que después de casarse en la iglesia y entregar a su bebé de apenas dos meses a la Santa Faz, supieron que podían hacer la petición para su pequeña y no se lo pensaron dos veces.

La bendición está al alcance de todo el que la requiera sin coste alguno cualquier día de la semana en el monasterio. El capellán prepara ya las peticiones cursadas en mayo, junio y julio para volver a repartir, en unos meses, esa «esperanza» a la que llama en la eucaristía.