Tres alicantinos, Aurelio Rodríguez, veterano empresario y vecino de Calp desde los años 60, aunque natural de Xábia, Consuelo Iglesias Oreiro, gallega, pero residente en Rojales desde hace varias décadas, y Carla Garrido Vaquera, de 34 años, figuran entre las víctimas del accidente del Alvia que descarriló a las puertas de Santiago. La Policía Científica ha confirmado esta mañana en una rueda de prensa ofrecida en Santiago de Compostela que entre las víctimas mortales hay dos personas procedentes de la Comunidad Valenciana, en concreto de Alicante. La lista provisional de víctimas ha desvelado la existencia de una tercera víctima mortal alicantina: Carla Garrido Vaquera.

No olvidará en su vida la tragedia, Ana Belén Leis, santiaguesa de 37 años, que trabaja en el centro penitenciario de Villena y que regresaba a su ciudad para celebrar la festividad del Santo junto a sus hijos. Ayer, permanecía ingresada en el Policlínico de Santiago, donde evoluciona favorablemente.

Suerte también la que tuvieron una mujer de Villena y su hija, que fueron intervenidas y se recuperan en un hospital de Santiago.

El municipio de Rojales despertó consternado tras conocer que una de sus vecinas viajaba en el ferrocarril que descarriló a la entrada de Santiago. Consuelo Iglesias Oreiro, gallega de nacimiento pero residente en esta localidad de poco más de 20.000 vecinos desde hacía varias décadas, era una mujer muy conocida en el pueblo puesto que había sido una de las docentes del único colegio público de la localidad, el centro Príncipe de España, hasta que se jubiló hace dos años. Los peores presagios se confirmaban a mitad de la tarde de ayer, cuando sus familiares, desplazados hasta el lugar del accidente, trasladaban a sus vecinos y amigos la triste noticia que confirmaba que "la maestra Chelo" era una de las fallecidas en el trágico suceso.

Desde primera hora de la mañana los vecinos de Rojales intercambiaban en las plazas y bares del pueblo la información que llegaba a cuenta gotas desde el noroeste español, puesto que la mujer, de 63 años, no aparecía en el listado de heridos y engrosaba la lista de desaparecidos. Poco después de que ocurriera el accidente, a última hora de la tarde del miércoles, el marido de Consuelo y sus dos hijos partieron en coche hasta Galicia en busca de información sobre el estado en el que se encontraba Iglesias.

Se trata de una de las familias más conocidas y queridas en la localidad puesto que su marido, Manuel Salvador, ha sido durante varias décadas el único médico de esta población. Además, la víctima estaba muy implicada en la asociación de la Tercera Edad del municipio. Prácticamente todo el mundo la conocía.

Fue a las 18 horas cuando su marido confirmó, entre otros, al alcalde del municipio, Antonio Pérez, que el cadáver de Consuelo había sido identificado entre las decenas de fallecidos en el fatal accidente. Los investigadores del suceso realizaron las pruebas de ADN al cuerpo sin vida de la docente y las cotejaron con las muestras que tomaron a sus propios hijos en el pabellón habilitado a tal fin, confirmando horas después su identidad.

Nada más hacerse oficial la información que certificó su muerte, el regidor del municipio ordenó que las banderas del Ayuntamiento ondearan a media asta y se sumó a los tres días de luto oficial decretados por el Gobierno central. Él mismo explicó que el cuerpo de Consuelo será enterrado en Rojales, una vez se le practique la autopsia y se puedan trasladar sus restos mortales hasta la localidad. Pérez anunció, además, que durante el día de hoy se reunirá el equipo de gobierno para acordar, casi con toda probabilidad, suspender las fiestas previstas este fin de semana en la pedanía de Ciudad Quesada.

Consuelo Iglesias había viajado a Santiago a celebrar la festividad del Patrón junto su hermana y su cuñado y también iba a aprovechar el viaje para reencontrarse con sus compañeras de colegio. A muchas de ellas no las veía desde hace 50 años. Su cuñado explicaba ayer, con voz entrecortada, la magnitud de la tragedia. Junto a la hermana de la fallecida esperaban a Consuelo con la que habían contactado por el teléfono móvil a la altura de Ourense. Fue la última vez que escucharon su voz. Cuando volvieron a llamar al móvil, extrañado por la tardanza del Alvia dio señal, pero nadie contestó. El tren ya había descarrilado y Consuelo encontraba la muerte a cinco kilómetros de sus familiares.

Consternación en Calp

La tragedia ferroviaria de Santiago también dejó sentir sus zarpazos en la localidad de Calp y en la persona de Aurelio Rodríguez, un empresario del sector turístico e inmobiliario que viajaba en el tren Alvia siniestrado.

La noticia y con ella, todas las incógnitas de cuál era la situación del empresario, ya jubilado, recorrió desde primeras horas las calles y centros de trabajo de Calp, una localidad en la que se estableció desde su Xàbia natal en la década de los 60. En la villa calpina desarrolló su vida social y profesional y allí nacieron sus dos hijos, Adrián y Natalia. Además, fue presidente de la ejecutiva local del Partido Popular durante varios años.

Con todo, Rodríguez pasaba en la actualidad gran parte de su vida en Galicia, donde convivía con su actual pareja sentimental en A Coruña, si bien acudía con frecuencia a la provincia. Precisamente, el miércoles, tras pasar unos días en Calp, según algunos amigos, tomó un tren desde Alicante que le condujo hasta Madrid. Una vez allí, se embarcó, a las 15 horas, en el Alvia.

Un día después (ayer jueves) era su hijo Adrián, residente en Alicante, quien partía a primera hora rumbo a la capital gallega para conocer la situación en que se hallaba su progenitor. Ya desde el aeropuerto de El Altet, Adrián destacó el hermetismo con que se suministraba la información desde los teléfonos de atención a familiares de las víctimas. "Hemos llamado treinta mil veces y no dicen nada. Parece que lo quieren tener todo bien atado para evitar malentendidos para evitar lo que pasó con el accidente del Yak 42", señaló poco antes de embarcar en el vuelo rumbo a la capital gallega en compañía de su tío paterno.

Entretanto, en Santiago de Compostela, en las dependencias habilitadas por las autoridades gallegas en el Edificio Cersia para atender a las víctimas, se encontraba la pareja sentimental de Rodríguez, ya que únicamente se ofrecía información a los familiares directos de los viajeros. A media tarde, Adrián y su tío Antonio aterrizaban en Santiago y se sometían a las diversas pruebas para contrastar su parentesco.

Hasta entonces, la identidad de Aurelio Rodríguez no había trascendido en el listado de heridos publicado. Así, la ausencia de noticias en Calp se convirtió en el eje central de la vida calpina, en la que Rodríguez entró a formar parte en los 60, como miembro de la agencia inmobiliaria La Nao, de Xàbia. Con los años estableció su propio proyecto («Promociones Aurelio Rodríguez PAR»), en el sector servicios y de los alquileres turísticos. El proyecto de Rodríguez y asociados vivió sus mejores épocas con la apertura de otras dependencias en las comarcas de la Marina Alta y Baixa (en Poble Nou de Benitatxell, Altea y Benidorm), siempre con la sede central en la avenida Gabriel Miró, la principal arteria comercial de Calp. Asimismo, presidió la ejecutiva local del Partido Popular desde 1983 (entonces AP) hasta 1991. Concurrió en las elecciones municipales de 1987, si bien no resultó electo.

Bernardo Moll, edil de Deportes y amigo de Rodríguez, lo define como «un hombre muy agradable, simpático, una persona con la que se podía hablar. Si discutíamos, al rato ya estábamos tomando un bocata juntos y quedaba todo olvidado». Además, sus amistades también se refirieron a "lo feliz que se le veía desde hace un tiempo", tras atravesar una mala etapa.

Aurelio Rodríguez conversó con el Síndic de Greuges José Cholbi, íntimo amigo suyo y de Xàbia, como él. Fue antes de tomar el tren, en Madrid. Tras conocer el siniestro, Cholbi le envió un mensaje al móvil: "Llámame enseguida. Estoy preocupado". No hubo respuesta.