¿Cuál es el objetivo de su participación en el curso «More than green?»

Pretendo que los alumnos interioricen y tomen conciencia de la importancia de la relación del clima con cualquier tipo de edificación o de estructura urbana. Es especialmente importante darles ideas a los futuros expertos en arquitectura y enseñarles conceptos sobre el confort exterior. En lugares como España hay mucha más vida en la calle, por ejemplo, por lo que son importantes las actuaciones para conseguir un confort lumínico.

¿Qué quiere decir?

Que estando en el exterior la persona se sienta bien en cuanto a aceptables condiciones de luz, térmicas y de ventilación. Un ejemplo positivo lo vimos en un restaurante de la Playa de San Juan al que fuimos con los alumnos del curso, que tiene una terraza exterior con toldo proyectando sombra y un espacio ventilado en que entra la brisa del mar. Eso es un ejemplo de autoconfort.

¿Le parece confortable la ciudad de Alicante?

Es algo que suele estar implícito en la cultura mediterránea. Estuvimos en el barrio de Santa Cruz, en la Rambla y en la Explanada, y ahí la satisfacción y el confort es evidente, porque además se puede ir paseando y se establecen relaciones sociales, que es algo que hay que tener en cuenta a la hora de hablar de las ciudades ya que éstas no son solo edificaciones, hay que ver también las relaciones sociales, económicas y culturales. Pero también he vivido situaciones contrarias. Tuve que buscar una farmacia, y para ello, coger el coche, salir del Campus, e ir a un centro comercial en la población de San Vicente del Raspeig. Viví una situación anglosajona, donde lo habitual es coger el coche para ir de un sitio a otro. Cuando tenemos que conducir porque es imposible andar por la calle por el calor o la distancia, vivimos situaciones sin confort exterior.

¿El coche destruye ese confort del que habla?

Los núcleos históricos de las ciudades se construyeron de una manera completamente diferente a los nuevos barrios. Están basados en la identidad cultural, en el saber hacer, y en los conocimientos que pasaron de generación en generación, y que responden al sentido común y la experiencia. Ellos sabían cómo construir las secciones de las calles para protegerlas frente al sol, incluso la altura de los edificios dependía de las condiciones medioambientales. Con los planeamientos urbanísticos actuales, aumenta el uso del coche y eso está destruyendo el confort exterior, el gusto de estar en la calle, muy propio en los países mediterráneos.

¿Se podría cambiar el modelo actual de tanto coche?

No es fácil cambiar el modelo. Está regulado por la ley y por la legislación urbanística, que obliga a cumplir unos estándares en cuanto a previsión de carreteras o plazas de aparcamiento. Por eso, invito a mis alumnos a que hagan propuestas de modelos urbanísticos en los que la hipótesis principal es que no exista el coche. No deja de ser un tema controvertido.

¿Pero hay algún avance?

Las nuevas generaciones lo intentan. Tengo una hija que estudia en una ciudad grande y lleva un tipo de vida incompatible con el coche, por sus elevados costes, de gasolina, impuestos, mantenimiento, plaza de garaje...Para la gente que tenemos ahora más de 50 años, tener un coche era un icono, pero los jóvenes empiezan a prescindir de ese ideal, y viven las ciudades con una realidad nueva y diferente. Muchos optan por los transportes públicos o las bicicletas, por un modelo más sostenible.

¿Qué errores ve en Alicante?

Cuando fuimos al Castillo de Santa Bárbara y vi la ciudad desde arriba, percibí grandes conjuntos de masas edificadas, sin espacios verdes que las acompañen. Esto influye en el aumento del calor urbano y de las temperaturas, y perjudica a todo. Hay demasiado asfalto y colores grises y oscuros. Entiendo que se podría copiar el modelo de Chicago denominado «Greening (verdificando) Chicago», y empezar a colonizar cubiertas y tejados de verde. Esto reduciría el impacto del sol y de paso el calentamiento global. Pensé en eso, en cómo ganaría la ciudad de Alicante si implementase una iniciativa similar.

¿Ve bien el carril bici que tenemos en Alicante?

Está bien que la ciudad tenga un carril bici pero tampoco lo conozco al detalle.

¿Y el tranvía?

Una alumna del curso que vive en Benidorm me dijo que para llegar a Alicante no coge el tranvía porque tarda una hora y media, y que se ve obligada a venir en coche porque llega en una media hora. Eso se llama insostenibilidad. Si eso ocurre, el servicio es insuficiente. Si, como ella cuenta, el tranvía tarda en pasar y también en llegar, es que la infraestructura no es lo suficientemente rápida.

¿Cree que España debería apostar por las energías renovables para reducir el paro?

En Alemania hace años se invirtió mucho dinero en placas solares, y fue todo un éxito. Pero China empezó a competir y todas las empresas de placas fotovoltaicas han tenido que cerrar. Invertir en energías renovables es complicado, hay que ser competitivos y el tema de las subvenciones puede ocultar negocios no rentables. Además, la demanda energética no es tanta como antes. Es un tema muy delicado y con muchas teclas, por lo que la respuesta es difícil. No es tan sencillo como invertir y generar puestos de trabajo. Ser competitivo en ese mercado desde Europa es ahora mismo muy complicado.