"Los jóvenes arquitectos somos los nómadas del siglo XXI. Tenemos que estar dispuestos a movernos en función de donde haya trabajo". David Pérez (San Miguel de Salinas, 1985) lo tiene claro. Es consciente de que los arquitectos deben tener la maleta siempre a mano, y qué decir si son españoles. Él y su pareja Mercedes Ródenas (Alicante, 1985), también arquitecta de profesión, dejaron atrás su vida en España para buscar una oportunidad laboral en el extranjero. Se fueron al poco de terminar la carrera, allá por principios de 2010. Ahora, tres años después, disfrutan de una estabilidad laboral difícilmente imaginable en casa, con contratos indefinidos en importantes despachos de arquitectura. "Cuando nos fuimos, el barco de la economía española ya empezaba a hacer aguas. Y por fortuna, fuimos aceptados en el mismo estudio de arquitectura en Viena. Llegamos en 2010, arrastrando una maleta con sobrepeso, cuyas ruedas se clavaban en la nieve que el frío invierno vienés nos ofreció como bienvenida al país", relata David Pérez, desde su casa en la capital austriaca: "Aquella maleta cargada de ilusión, se ha convertido en un piso alquilado -el segundo allí-, decorado con muebles de Ikea y un balcón repleto de coloridos geranios, junto a un montón de gratas experiencias y amigos imposibles de olvidar".

David, echando mano de su experiencia, recomienda que los jóvenes españoles dediquen parte de su tiempo a aprender idiomas. "Cuando llegamos, el idioma fue un hándicap, porque en Austria sólo se hablaba alemán y nosotros únicamente acertábamos a decir danke [gracias], aunque en inglés nos defendíamos. Estoy seguro de que saber idiomas es la primera tarjeta de embarque para salir de España", explica David.

Mercedes, por su parte, se muestra más que satisfecha por la decisión que su pareja y ella tomaron años atrás. "Hicimos muy bien en salir de España. A lo mejor, buscando mucho, hubiéramos podido encontrar algo cerca de casa, pero tomamos la decisión correcta. Ahora, sin embargo, no tenemos opción de volver a España. No es el momento, volver no pasa por nuestra cabeza", añade la joven alicantina Mercedes, quien subraya también la importancia de saber idiomas: "Desde que hablamos alemán nos sentimos mucho más a gusto".

Con todo, Mercedes no es ajena a la vida que dejaron atrás al emigrar de España. "Aquí estamos haciendo una vida casi completa, tenemos buenos trabajos y la oportunidad de seguir aprendiendo nuestra profesión... Pero como en España no se vive en ningún sitio. En España hay de todo, excepto trabajo", apunta.

En Austria, Mercedes admite que se ha conocido mejor. "Ahora sé que tengo una gran capacidad de adaptación y me he demostrado que puedo con todo. Mi primer trabajo lo he conseguido fuera de casa y he aprendido un idioma difícil... ¡No me reconozco!", explica Mercedes, quien destaca de los austriacos su amabilidad y formalidad, mientras critica su falta de espontaneidad. Del país, en general, dice estar todavía en periodo de adaptación: "Me falta el mar, aquí sólo llueve y sigue lloviendo. Todo lo que haces depende del tiempo, siempre tienes que mirar el cielo... La vida social de Alicante nada tiene que ver con esto. Echo mucho de menos la ciudad, la verdad". Tampoco se olvida de la gastronomía española, como la mayoría de los que emigran. "El vino, la tortilla, el jamón, la ensaladilla rusa... Cuando vamos a España de vacaciones, llevamos una maleta vacía para llenarla de comida. Lo único que no me puedo traer es el pescado, pese a que aquí es carísimo".

Su familia, que reside en Alicante, cuenta que se siente orgullosa de lo que ha conseguido. "Preferirían tenerme cerca, es lógico. Pero les encanta Viena y ver lo independiente que soy aquí".

Sin fecha de regreso

David tampoco sabe cuándo volverán a casa, a estar con los suyos, con un trabajo que les permita disfrutar el día a día de su familia. "Este sueño no tiene fecha final. Pero, según están las cosas, la cabra tiene pinta de seguir tirando para el norte. Pero algún día se acabará algún día, eso seguro. Nuestro sueño es ejercer como arquitectos en nuestro país. Ojalá pronto España se convierta en receptora de talento, no como ahora. Yo soy positivo y quiero pensar que, cuando podamos volver los jóvenes, construiremos un país más fuerte y competente". Con todo, David también añora la familia y la gastronomía española. "Intentamos volver siempre que podemos, ahora como turistas".

David recuerda con cierto sonrojo su inicio universitario. "Era 2003 y los estudiantes de Arquitectura éramos los reyes del mambo. Y de repente, en unos años, pasas de estar en una de las profesiones con mayor demanda a la última o penúltima. Ya durante los últimos coletazos de la carrera, la mayoría empezamos a plantearnos salir de España para poder entrar en el mercado laboral. Varios amigos, que terminaron antes la universidad, no encontraban nada en España, ya nos decían que no había nada, y que lo poco que había tenía unas condiciones malas, con mucho dinero en negro".

Fue entonces cuando decidieron que el futuro de la pareja no pasaba por España. "Tenía un primo en Salzburgo desde hace once años que estaba muy contento en Austria. Así que nos animamos a pedir la beca para este país. Y a partir de ahí, todo fue seguido".

Consiguieron una beca Leonardo -una vez licenciados- con destino Viena. Tras el primer medio año, la empresa les ofreció un contrato temporal para siete meses más. "Al agotarse ese periodo y con más de un año de experiencia laboral, conseguí un trabajo en Linz, una ciudad a 200 kilómetros de Viena. ¡Y eso que apenas hablaba alemán!". Mercedes también encontró una oportunidad en otro estudio. "Allí estuvimos un año y medio, pero añorábamos Viena, así que decidimos volver a finales de 2012".

Ahora, ambos disfrutan de estabilidad laboral. "Ejercemos nuestra profesión y seguimos formándonos. Esto, en los tiempos que corren, sería muy difícil de hacer en España", agrega David, que califica su experiencia en Austria como "gratificante". Por su parte, con todo puesto en la balanza, Mercedes también asegura que su experiencia es positiva. Pero sin olvidar un detalle. "Venir con David ha sido fundamental. Si hubiera venido sola, no sé si a estas alturas seguiría aquí", concluye.