­Javier Baeza ofreció ayer una charla en el barrio de Virgen del Remedio sobre su experiencia en la parroquia de Entrevías en la que realiza un intenso trabajo social y reivindicativo en defensa de los más desfavorecidos, más cerca de la calle que del púlpito.

¿Es extrapolable su trabajo en Entrevías a un barrio también humilde como Virgen del Remedio en Alicante?

Nosotros no pretendemos ser ejemplo de nada. Cada uno, desde donde está, tiene que descubrir su forma de actuar, aunque es verdad que hoy en día la estandarización de la crisis y la pobreza hace que muchas experiencias y muchos dolores sean semejantes.

Usted lucha día a día contra la injusticia y la desigualdad. ¿Cómo afronta la crisis?

Lo llevo con más lucha. La crisis, aún siendo tremendamente gravosa, no es nueva para un sector social que lleva toda la vida igual. Eso no quita relevancia porque las dificultades pisan más fuerte al que más abajo está, pero, además, encontramos nuevos empobrecidos, gente normal que pagaba sus colegios, sus cañas y su casa, que ahora está sintiendo una pobreza muy vergonzante y que tiene más dificultad para pedir ayuda. Mucha gente cuenta que no tiene para pagar la luz o la casa, como una mujer que vino el jueves porque no tenía ni para dar de desayunar a sus hijos.

¿Y usted cómo lo lleva? ¿No pierde uno la esperanza?

Yo lo vivo con muchísima impotencia. Hay más gente con necesidad que la que aporta recursos. Con todo, en mis 22 años de cura he visto que la gente más humilde o la más marginada es muy solidaria. Por eso hay razones para levantarse cada mañana. Está creciendo la solidaridad y eso, en medio de tantas razones para la desesperanza, da muchos ánimos. Además, en el mundo de la exclusión, mucha gente no sólo necesita ayuda material, sino un hombro donde poder llorar y desahogarse y vomitar sus impotencias.

Y más justicia...

La solidaridad es un antecedente de la justicia. En esta situación de estrechez y recorte de derechos yo no espero que las cosas cambien desde el poder político y religioso. O los ciudadanos nos subimos las mangas y establecemos otros vínculos sociales, o esta situación no va a ser reversible.

¿Juega la Iglesia el papel que debe jugar ante la crisis?

Yo no conozco a los obispos, pero me parece una jerarquía fuera de onda, preocupada por cosas que no son las que le preocupan a la gente sencilla. A la gente no le preocupa si la religión está en el curriculum de las escuelas, sino los desahucios, los recortes... Ante estas cosas, la jerarquía de la Iglesia es o muda o muy tartamuda. No son capaces de posicionarse públicamente en contra de ese atentado bestial que es retirar de la sanidad a los inmigrantes. La Iglesia tiene el deber de opinar de lo que nos atañe, pero sólo opinan de lo que pasa de cintura para abajo. La jerarquía está sorda a la realidad de un gran sector de la sociedad y creo que es nublar la invitación de Jesus al Evangelio.

¿Qué le parece el nuevo Papa?

Estoy esperanzado, al menos en lo simbólico, por lo que dice y por sus muestras de humanidad. Otra cosa es que el poder y el entramado lo deje florecer y ahí estoy desesperanzado, pero a nivel universal es importante tener un Papa que, por ejemplo, condene el capitalismo.

¿Qué siente como sacerdote ante los casos que han saltado a la luz sobre curas pederastas?

Te sientes especialmente afectado por ser cura, pero no más que cuando ves otro horror. No sé si esta barbaridad puede tener la raíz en esa educación afectiva, a veces castradora, que han dado a muchos sacerdotes. En el seminario en el que empecé nos insistían mucho en que el celibato no puede significar una castración afectiva, sino lo contrario, pero otros curas tal vez no lo han vivido igual.

Hablando usted como habla, no creo que sus jefes le quieran mucho. ¿No teme que le echen?

Yo me siento en la Iglesia. El problema es que quizá el obispo ha dejado de creer en nosotros. La verdad es que en mi parroquia no tenemos relación con el obispo. Toques sí, llamadas de atención, pero siempre son los mandos intermedios. Yo he pedido muchas veces hablar con Rouco, por hablar, pero no me ha recibido.

¿Cómo le sienta que le llamen el cura rojo?

Eso son cosas de los periodistas.. Yo no soy rojo ni amarillo. Hay mucha gente más roja que yo .

¿En la Iglesia?

Bueno, en la Iglesia no sé.

¿Es usted partidario del divorcio?

No se trata de decir sí o no. Está la conciencia de cada uno. Yo creo que hay que acompañar a las personas sabiendo que hay algo humano que es el amor que se construye y que puede quebrar. Algo tan precioso como el amor no podemos, por leyes absurdas, convertirlo en una cadena perpetua.

¿Y que opina sobre el matrimonio gay?

La homosexualidad está ahí desde siempre. Cada uno descubre el amor con quien lo descubre. Pero es que creo que lo que viene del amor no puede ser malo. El matrimonio me parece perfecto; que la gente se case, se una y tenga hijos. Y no todo es positivo en los matrimonios más convencionales. Hay muchas actuaciones deleznables, como los malos tratos.

"No se puede imponer una única religión en las escuelas"

¿Es partidario como propugna el ministro Wert de impulsar la asignatura de Religión?

Se puede hablar de la historia de la religiones y del efecto religioso en el ser humano, y eso se puede hacer desde la historia o desde la ética, pero la imposición de una única visión religiosa en la escuela pública no me parece procedente. Si lo que pretenden es adoctrinar, puede ser un camino válido, pero anunciar el Evangelio no tiene nada que ver con el hecho de impartir una asignatura en la escuela.

Y siguiendo con los ministros, ¿que opina de los cambios de Gallardón en la ley del aborto?

Otros saben más que yo de esto. Por ejemplo, el padre Marcial, jesuita expulsado por Rouco, dijo, y me parece lúcido, que hay que distinguir la conciencia moral y la imposición legal. Yo no estoy de acuerdo con el aborto en principio, pero creo que es la pareja la que tiene que decidir cuándo quiere tener un hijo. Nosotros con ese trabajo de acompañamiento que realizamos a personas machacadas lo que hacemos es acompañar a muchas mujeres en la planificación sexual, la información sobre los preservativos... Pero en cualquier caso, y sea el sector que sea, o decidan lo que decidan, hay un valor muy evangélico que hay que resaltar, que es la misericordia, la actuación en el corazón. Y eso nos dice que la persona está por encima de cualquier actuación, de cualquier posicionamiento moral y de cualquier legislación. Me parece rechazable que la Iglesia condene a nadie haya hecho lo que haya hecho, y menos por abortar.