Poco antes de las nueve de la mañana explotaba ante los responsables de Educación la más grave de las consecuencias provocadas hasta el momento a consecuencia de sus impagos: el cierre de un comedor escolar para más de 200 alumnos de un colegio CAES, de actividad educativa singular para niños de familias con una crítica situación social y económica, y para quienes la del colegio es, muchos días, su única comida.

La empresa concesionaria del servicio, Clairé, se declaraba incapaz de seguir por la falta de fondos para pagar a sus 17 trabajadores y los impuestos correspondientes. Educación le debe 180.000 euros de los menús que ha servido a 260 niños desde que empezó el curso, además del último mes del curso pasado que tampoco ha cobrado "y he dicho basta", resumía muy afectada María Ángel Pujante.

Su decisión cayó como una bomba ente los padres, a quienes el representante de la AMPA informó a las puertas del colegio de la necesidad de volver a recoger a sus hijos a las 12.30 porque no habría comedor. La Conselleria de Educación trató de parar el golpe prometiendo por teléfono a la concesionaria del servicio 19.000 de los casi 200.000 euros que le adeuda, "pero sin fecha. A los bancos se les paga todo y la comida de estos niños la tengo que pagar yo desde que empezó el curso", protestaba Pujante. "El curso pasado empeñé mi patrimonio y el de mis padres para pagar todos los atrasos, pero ya no puedo seguir así. Estoy desesperada, lo tengo todo perdido y me veo obligada a cerrar", concluyó.

"La mayoría de estas familias no tienen para dar de comer a sus hijos en casa. Sólo nos queda movilizarnos para que se paguen las becas de comedor y que la empresa pueda seguir sirviendo", declaraba a su vez el presidente de la AMPA, Josué Amador Muñoz, tratando de tranquilizar los ánimos de los padres, sumamente airados.

Al rescate

"¿Y hoy qué comen estos niños?", se desgañitaba Juana Fernández clamando contra Rajoy cuando las familias se agolpaban de nuevo a las puertas del colegio Isla de Tabarca para llevarse a casa a los niños: "¡Tendrás que rendir cuentas al cielo de lo que nos estás haciendo!", amenazaba al presidente. Los gemelos Miriam y Emilio, con su hermanita Lola, seguían cabizbajos a su padre, Nano González: "Algo haré en casa para que coman", se resignaba. Fátima se lamentaba: "En casa hay veces que no hay para comer".

Dolores Moreno, Vanesa Amador y Dolores Lozano reclamaban enérgicamente: "¡Que paguen las becas que nos han concedido!", al tiempo que cargaban con tres y cuatro hijos cada una sin poder asegurar su vuelta a clase por la tarde: "Los tengo que dejar con mi suegra. Voy a la venta ambulante", explicaba la primera.

En el centro se quedaban 25 niños a quienes no fueron a recoger sus padres y el concejal de Educación, Antonio Ardid, se ofreció ante la concesionaria del servicio a pagar la comida hasta que llegue el dinero del Consell: "Que no se queden sin comer por un trámite administrativo", dijo. Como no daba tiempo al pedido, ayer estos escolares comieron bocadillos.

La oposición política pide responsabilidades al Consell por "haber traspasado todos los límites".