Hace apenas unos meses, los hermanos Álvarez Escalante se volvieron a reunir. Aunque fue algo pasajero. Carlos (30 años) hizo las maletas y cogió un vuelo con dirección a Finlandia para reunirse con el pequeño de la familia, Ricardo Zoe (25 años), que reside desde hace un año en Helsinki, una ciudad que conocía de su etapa como Erasmus.

Carlos, licenciado en Ciencias Ambientales, tampoco vive en su Elche natal, sino que lo hace a kilómetros, en la italiana Milán, donde llegó en octubre de 2010, en busca de una buena oportunidad laboral. Ahora, después de unos largos seis meses, disfruta de un puesto de responsabilidad: Carlos es el encargado de la seguridad y prevención de riesgos laborales en una obra de considerables dimensiones. Bajo su mando, decenas de trabajadores que se ocupan de levantar doce rascacielos en Milán, con un presupuesto de 300 millones de euros. Éste es, por ahora, su único trabajo en Italia. Aunque no fue fácil. "Este país también está en crisis, pero nada tiene que ver con la situación que vive España. Aquí el desempleo medio está en torno al 10%, aunque en la zona norte, donde está Milán, es menor", explica Carlos, quien admite que su llegada a la región de Lombardía se le hizo cuesta arriba: "Durante seis meses, mi trabajo era buscar trabajo, le dedicaba unas ocho horas al día. Hice entrevistas para 36 empresas, pero soy muy constante y nunca me desesperé, aunque me di un plazo. Si en nueve meses no conseguía nada, me volvía a casa. No podía seguir gastando dinero de mis ahorros, porque en algún momento se iban a acabar".

Carlos tenía cierto colchón económico porque antes de emigrar a Italia conoció el mercado laboral en España. "Tras leer mi proyecto final de carrera, me ofrecieron una beca de investigación en la universidad durante dos años. Cuando se me acabó, allá por 2008, ya se notaban los primeros síntomas de la crisis. Así que como sabía que no me iban a renovar la beca, decidí seguir con mi preparación y estudiar dos másteres en un año", explica Carlos desde Milán, al término de su larga jornada laboral. Pese a tener más líneas de currículum, el joven ilicitano estuvo nueve meses buscando un empleo, hasta que encontró una oportunidad en una multinacional. "En los másteres nos dijeron que el 90% de los estudiantes salían con trabajo, pero nosotros salimos sin nada. Ya no había ofertas". No obstante, una empresa le volvió a abrir las puertas del mercado laboral. "Estuve dos años trabajando, pero enseguida vimos que el volumen de ventas bajaba y que el ambiente cada vez era peor". Así, a mediados de 2010, vuelve al paro. "Disfruté del verano y en octubre me volví a Italia, que ya la conocía de mi experiencia como Erasmus. Me vine sin nada cerrado, a buscarme la vida. Ése fue un grave error, porque el día a día aquí es bastante caro. Y para encontrar un trabajo, al ser extranjero, tienes que acreditar el doble de conocimientos y experiencia que el resto de candidatos".

Ahora, tras más de dos años en la empresa, Carlos ya tiene contrato a tiempo indefinido. "Sé que volveré a España, porque como en España no se vive en ningún lado, pero ahora ni me lo planteo. Mi madre tiene el "síndrome del nido vacío" y muchas veces me llama cuando ve a mi hermano deprimido, para que le anime", explica Carlos, quien asegura que su futuro a corto plazo no tiene destino: "He tenido ofertas de países como Alemania y Francia, y todo puede pasar. Siempre estoy alerta por lo que pueda suceder".

En Italia dice estar a gusto. "Aunque en esta zona hace mucho frío y las chicas te dan la mano cuando te las presentan... ¡la gente es tan fría como el ambiente!". ¿Y de España? Está convencido de que la solución llegará: "El desempleo es un auténtico drama y hemos visto que las reformas del Gobierno no están ayudando en nada... Pero hemos salido de una guerra civil... ¡así que de ésta también saldremos! Estoy seguro".

El pequeño, de cambios

Aunque para frío, Finlandia. Ricardo, el hermano pequeño de los Álvarez Escalante, también conoció su actual país de residencia a través de una beca Erasmus. Fue en el año 2011 cuando el publicista, que empezó su etapa universitaria con un intento fallido en una ingeniería, se estableció en la ciudad nórdica. "Buscaba un lugar en el que hablasen inglés y un amigo me recomendó este país. Aquí, en este tiempo, he comprobado que existe una mayor justicia laboral que en España. Hasta los trabajos no cualificados -como el suyo, de limpiador en una biblioteca- tienen salarios dignos. Aquí los empresarios no juegan contigo, no se ríen del trabajador", explica Ricardo, desde el edificio de apartamentos en el que ya residía como estudiante.

Entre estancia y estancia en Finlandia, Ricardo regresó a Elche para acabar su carrera. "Ya licenciado, quise hacer prácticas para poder enfrentarme al mundo real con mayor seguridad. Creía que la experiencia era fundamental, y la única forma de conseguirla era trabajando gratis para alguien. Conseguí unas prácticas en un estudio de diseño de Elche, que duraron tres meses". Durante ese tiempo, Ricardo no estuvo parado. "Busqué y busqué trabajo, pero veía que no salía nada. Entonces me planteé qué hacer. La gente intentaba calmarme. "Eres joven" me decían... Pero yo quería trabajar". De hecho, se aventuró en el mundo empresarial, creando una empresa de comunicación on line que no encontró mercado.

Así que Ricardo decidió volver a un país en el que, creía, iba a tener más oportunidades de sentirse realizado. "A los tres días de terminar las prácticas en Elche, ya estaba en Finlandia. Pero todo fue muy distinto. No tiene nada que ver venir como estudiante a llegar y empezar a buscarte la vida. Los finlandeses se extrañaban de que volviera, porque ellos hacen el camino inverso para disfrutar del buen tiempo en sus vacaciones".

Ricardo se restableció el pasado octubre. Y ahí empezó la odisea de buscar trabajo. "Pensé aprender finlandés, ya que hay escuelas del Estado que te pagan por estudiarlo, pero quise valerme con el inglés". Buscó trabajo hasta Navidad, cuando decidió prepararse para optar a una plaza en un prestigioso máster en Marketing en la Universidad de Helsinki. "Era un proyecto para septiembre, así que mientras tanto acepté un trabajo como limpiador en una biblioteca", explica Ricardo, que admite el mal sabor que le dejaron algunos comentarios: "Los locales veían normal que yo trabajase limpiando, pese a tener preparación universitaria. "¿Qué quieres, eres inmigrante?", me soltaban. He comprobado que sin el finlandés no eres nadie. Te minusvaloran. Siento que me tratan como en España hemos tratado a los inmigrantes, como gente de segunda clase".

En Finlandia, reconoce, la vida no es fácil. "Levantarte a las 4.45 horas, a veinte grados bajo cero, y trabajar cuatro horas antes de que salga el sol... ¡Eso es duro! Te sientes cansado, no me acostumbro a los horarios de aquí, ni al frío ni a la falta de sol". De su país de residencia, a Ricardo le impacta algo tan personal como el silencio. "Aquí la gente habla poco y bebe mucho. Y hay mucha confianza en la gente, por ejemplo, en el metro no existen barreras en los accesos".

El joven ilicitano, que dejará en breve su trabajo para centrarse en aprender finlandés, espera que el cercano máster le abra puertas. "Son dos años totalmente gratuitos porque aquí no se paga por ningún tipo de enseñanza. Mi idea pasa por, una vez concluida la universidad, encontrar un trabajo y asentarme en el país, aunque aquí te hacen sentir extranjero y piensan que ayudar económicamente a España es ayudar a un país de corruptos".

"No tienen muchas ganas de regresar"

Pepe Garro reconoce que no ve inmediata la vuelta de sus sobrinos Carlos y Ricardo. "No tienen muchas ganas de regresar a España. Es normal, porque viendo cómo está por aquí el mercado laboral...", explica uno de los tíos de los hermanos, quien admite que la familia lleva a partes iguales la marcha de los jóvenes: "Lo llevamos bien por un lado, porque el futuro no pasa por España, pero mal, porque se les echa de menos. Resulta difícil entender que dos chavales con preparación universitaria tengan que dar un giro tan radical a sus vidas para poder trabajar. Aunque a Carlos le va mejor por Italia, Ricardo acabará por asentarse en Finlandia".