LA PROTAGONISTA

Manoli Mirón Torrente

Edad: 33 años (Ibi)

Estudios: Auxiliar Administrativo y auxiliar de Jardín de Infancia

Residencia: Kewstoke (R. Unido)

Emigró para trabajar en: 2012

Categórica. Manoli Mirón (Ibi, 1979) asegura sin titubeos que la mejor decisión que ha tomado en su vida le llevó al suroeste de Inglaterra hace justo un año. "Fue todo muy rápido. En una semana, pasé de vivir en mi casa de Ibi a trabajar como camarera en un hotel de la costa en Inglaterra. Venirme fue la mejor decisión de mi vida", explica la joven administrativa, que reside desde el inicio en un apartamento del complejo.

Pero la vida no se lo ha puesto fácil. Manoli trabajaba como administrativa cuando su pareja falleció. Era 2010. "Me dieron unos días para que me recuperara, pero al final tuve que coger la baja por ansiedad. Eso me llevó a perder el trabajo, ya que no me pudieron renovar el contrato que acababa al final de ese año. Cuando me recuperé y empecé a buscar trabajo, unos conocidos me ofrecieron cubrir una excedencia, y así estuve seis meses ocupada. Pero cada vez resultaba más difícil encontrar un empleo en administración o contabilidad", explica Manoli, quien pudo conseguir algún dinero trabajando como camarera: "Echaba demasiadas horas para el dinero que ganaba".

Meses atrás ya había comprobado en primera persona que apenas había trabajo en España. "Empecé a valorar que tal vez había que emigrar para poder tener un empleo normal, porque aquí no podía ni estudiar al no tener dinero. Así que la idea de irme a Inglaterra cogió fuerza poco a poco. Quería trabajar a la vez que aprendía inglés, para tener mejor currículum cuando volviese a casa".

Así que en 2011, Manoli ya empezó a mirar cómo emigrar a Inglaterra. El país lo tenía claro, aunque dudaba en la fórmula. "Me interesé por las agencias de trabajo, pero no hablaban bien de muchas... De hecho, tenía un amigo en Londres que me animaba a irme, pero parece que no era el momento. Lo fui dejando pasar".

También miró de trabajar para alguna ONG. "Necesitaba tener un empleo, pero también me iba a venir bien salir de mi ambiente. Intenté contactar con alguna ONG, pero todas me pedían idiomas...".

Y casi de un día para otro, Manoli llegó a Inglaterra. "Estuve durante un tiempo matriculada en la escuela de adultos, porque necesitaba tener una motivación para levantarme cada día de la cama. Pero de repente, todo cambió. Una amiga había hecho gestiones para irse a Inglaterra y me pasó el contacto de su agencia. Ella había venido un mes antes y todo le había ido bien, así que ya no tenía excusas para no dar el paso. Llamé, me preguntaron si prefería campo o playa y en una semana ya estaba aquí, en la playa", indica Manoli, quien admite que llegó al Reino Unido con un nivel "cero" de inglés. "Pese a todo, llegué sin miedo, aunque con algo de apuro por lo que me iba a encontrar. Mi madre lo pasó mucho peor, casi le da algo cuando le dije que en una semana me iba".

En el hotel, trabaja como camarera, como ya hizo en Ibi. "Yo me encargo de treinta cliente y al principio me pareció imposible. Cargaba mucho peso en la bandeja y se trabajaba a una velocidad impresionante, pero poco a poco me fui haciendo con el ritmo".

Ahora se muestra feliz, aunque reconoce que le gustaría encontrar una oportunidad como administrativa. "Cuando los clientes se enteran de que soy de Alicante me tratan genial. Pero mi futuro creo que pasa por buscar un trabajo como administrativa. Si no puede ser en España, donde sea, ya me da igual. Salir de casa te quita miedos e inseguridades y creces como persona", asegura.

También admite que echa de menos tener un grupo de amigos con los que compartir el día a día. "Es lo peor de estar aquí, no tener a nadie cómplice en tu entorno. También extraño a mi familia, y sobre todo a mi sobrina Lúa. Al principio les decía que no, pero ya va pesando la distancia".

FRANCISCA TORRENTE, MADRE DE MANOLI

"Estoy llevando mejor de lo esperado su ausencia, pero me deprimiría si me dijera que se queda allí"

Francisca Torrente volvió de Inglaterra satisfecha tras ver a su hija "realmente feliz". Junto a parte de su familia, visitó a Manoli el pasado verano: "Me volví algo apenada por volvernos a separar, pero me gustó verla tan bien. Estaba feliz con su nueva vida allí y con su trabajo".

Con los 65 años cumplidos, Francisca admite que le cuesta familiarizarse con las nuevas tecnologías, aunque voluntad le pone: "A mí edad, no resulta fácil conocer cómo funcionan los ordenadores, he llegado un poco tarde. Pero como tengo mucha curiosidad y aún más necesidad, pues intento aprender todo lo que puedo para poder hablar con mi hija con frecuencia".

Sobre el futuro se muestra indecisa: quiere tener cerca a su hija -"como toda madre"- pero prefiere que no sufra el paro que afecta sobremanera a los jóvenes: "Estoy llevando su ausencia mejor de lo esperado, pero me deprimiría si me dijera que se queda allí", explica.