Miguel Molina duerme mucho más tranquilo desde que sabe que su corazón está controlado de forma casi permanente. Este vecino de Alicante es uno de los 70 pacientes que Sanidad ha incluido en un programa para el seguimiento de enfermos con riesgo de muerte súbita a través de dispositivos de telemedicina. El programa lo desarrolla el servicio de Cardiología del Hospital de Sant Joan.

Como al resto de los pacientes del programa, la enfermedad de Miguel le obliga a llevar implantado un desfibrilador automático bajo la piel, en la zona de la clavícula. Este aparato recoge la actividad cardiaca del enfermo "y envía las variables biológicas a un transmisor que se conecta a la línea telefónica del domicilio del paciente, que a su vez los hace llegar de forma automática al ordenador del médico", señala Vicente Bertomeu González, responsable de la consulta de arritmiología en el centro sanitario. Si alguno de los datos se sale de lo normal y el caso es grave "se nos avisa a través de una plataforma web, correo electrónico y fax".

Antes de implantar esta consulta de telemedicina se volcaba la información del paciente en el ordenador cada vez que éste iba a consulta, con lo que ahora el control es mucho más exhaustivo, mejorando el seguimiento del paciente y su pronóstico. Según explica Bertomeu, "al disponer de manera inmediata de información podemos mejorar el tratamiento, por ejemplo ajustando la medicación". Otra de las ventajas del programa, a juicio de Bertomeu, es que "se evitan desplazamientos al enfermo y se logra más rapidez en la consulta, además de tener una valiosa herramienta para la prevención de nuevos episodios cardiacos". Ha habido casos, prosigue el responsable de la consulta, "en que hemos llamado al paciente para que acuda al hospital e iniciar el tratamiento de algún problema incluso antes de que ellos mismos se hayan dado cuenta de que existe".

Este fue el caso de Miguel Molina. "Un día me avisaron del hospital para que acudiera urgentemente porque al parecer me había llegado a quedar sin sentido y el desfibrilador me aplicó un choque eléctrico para restablecer el pulso, todo quedó registrado y enseguida el sistema alertó a mi médico". Molina sufrió un infarto hace 15 años y desde entonces está en seguimiento. "Estoy muy delicado de salud, pero la verdad es que estar en este programa de telemedicina me da más tranquilidad".

Enfermos con dolencias congénitas o que han sufrido un infarto

La muerte súbita es la aparición repentina e inesperada de una parada cardiaca en una persona que aparentemente se encuentra en buen estado. Los pacientes con esta patología "sufren enfermedades cardiacas que les hacen propensos a tener taquicardias ventriculares -ritmos del corazón superiores a 100 latidos por minuto- o fibrilación ventricular -ritmo del corazón desorganizado e ineficaz-", señala Vicente Bertomeu González. A estos enfermos se les implanta un desfibrilador automático, que es un dispositivo que identifica el ritmo del paciente y si detecta un riesgo de muerte puede iniciar el tratamiento mediante choques eléctricos para restablecer el pulso normal. El 60% de los enfermos incluidos en el programa de telemedicina ha padecido un infarto y el 40% restante padece enfermedades congénitas o valvulares del corazón. El Hospital de Sant Joan espera poder incluir progresivamente a los 120 pacientes del departamento que llevan desfibrilador.