­Miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Pedro Schwartz ha ofrecido en Alicante una conferencia sobre «Virtudes Públicas» dentro de las VI Jornadas Católicos y Vida Pública organizadas por la Asociación Católica de Propagandistas y el CEU Cardenal Herrera.

¿Una conferencia sobre virtudes públicas con la que está cayendo?

La gente decente sabemos de virtudes privadas. Hay que ser un buen padre o una buena madre, trabajar duro y no robar . Eso son virtudes privadas que tenemos claras. Ahora en España gracias a la crisis hemos descubierto que había virtudes públicas que no sabemos cultivar y que son las que nos ayudan a componer la economía. La crisis ha sido muy dura pero nos ha descubierto que hacíamos cosas con lo público que no podemos hacer. No podemos limitarnos a pedir subvenciones, ni a pedir al estado que nos regale las cosas. La gente dice: «Tengo derecho a una vivienda digna», y yo creo que no, que hay que ganársela. Muchos españoles han vivido pensando que alguien nos lo tiene que dar todo. Faltan estas virtudes. No podemos exigir de lo público lo que no puede dar.

Pero, con la crisis y casi seis millones de parados, mucha gente no tiene posibilidad de salir adelante sin ayuda.

Hay que preguntarse por qué hay tanta gente desempleada, y en parte se ha debido a que el sistema financiero y los bancos no se han comportado bien. No endeudarse es una virtud privada pero también es una virtud pública. Luego está la propia organización del mercado de trabajo. Hay que dar gracias por tener trabajo y no exigir tanto. En Iberia, por ejemplo, son capaces de matar esa compañía que está perdiendo un millón de euros al día. Los sindicatos, la opinión publica, los trabajadores, se escandalizan de que se anuncien despidos. Mire, Iberia tiene tres compañías subsidiarias que tienen ingresos porque tienen sueldos más bajos que son los que pueden pagar. Yo creo que es fundamental que se entienda que la empresa no es la enemiga sino la que nos da trabajo, y hay que contribuir en su pervivencia. Los sindicatos no son quienes tienen que decir cómo hay que llevar una empresa porque a lo mejor, para que no haya que tirar a nadie, hay que bajar los sueldos. No tiene sentido exigir convenios colectivos si se está matando a la empresa. Hace falta responsabilidad, sobre todo en lo público.

Entonces, ¿qué opina de los movimientos ciudadanos contra los recortes y la gestión de la crisis del Gobierno?

Los comprendo. Comprendo las protestas, pero no comparto que haya que apostar por la gestión pública de todo. Por ejemplo yo no creo que esté mal la gestión privada de los hospitales públicos. ¿Quien barre la ciudad? ¿Los concejales? No. Una empresa privada. Lo mismo debe ocurrir con la sanidad o la educación. La empresa privada cuando gana dinero es porque lo hace bien.

¿Cree que todos los servicios se deben gestionar con criterios económicos? Nos quedaríamos, por ejemplo, sin servicios sociales que jamás pueden dar beneficios.

No digo que todo tiene que ser privado, pero hay mucha gestión privada que funciona muy bien. En los servicios sociales, ¿no están entidades como Cáritas ayudando a miles de personas? La mayor virtud es no pedir lo imposible. Hay mucho abuso en las subvenciones. Por ejemplo, si el cine español para salir adelante necesita una subvención, que haga películas que sean rentables como hacen en otros países.

¿Y qué me dice de la corrupción?

Hay corrupción y hay que vigilarla, pero en algún caso se está acusando antes de que el juez decida y no es un buen funcionamiento del sistema. Hay corrupción de distintos tipo; que alguien se quede con el dinero de los demás que es lo que parece que haya podido hacer Bárcenas, eso es un robo, y encima se queja de que le echen. Eso es un problema. Las leyes laborales en este país permiten a un señor que, al parecer se ha llevado un montón de dinero que encima pida una indemnización por su despido. Nos escandalizamos con la corrupción, pero nadie se queja del uso de la legislación para deshacer empresas.

¿Hay virtud pública en la política?

Falta virtud pública en los partidos políticos, sobre todo por la forma cómo seleccionan las personas. Pero sin partidos no hay democracia. Habría que cambiar la ley electoral y no vale como en el Senado en el que siempre salen los primeros de la lista.