"El que no apuesta, no gana", Fred Pérez lo tiene claro. Y no sólo de palabra. El joven, especializado en la organización de eventos, no dudó en probar fortuna en Londres cuando terminó su vinculación con el aeropuerto de Alicante. No obstante, la decisión no fue fácil. "Llevaba dos años queriéndome ir, pero me daba miedo. Pensaba que podía no salir bien, pero veía que aquí cada vez era más difícil encontrar empleo, y ya no hablo de un trabajo en mi sector, sino en cualquiera", explica Fred, que en apenas una semana, en agosto de 2011, dio un giro radical a su vida. "Un día quedé a tomar un café con una compañera del aeropuerto. A los dos se nos acababa el contrato y esa tarde decidimos irnos a Londres. Compramos los billetes y cuando nos quisimos dar cuenta ya estábamos viviendo en otra ciudad".

Fred, que previamente se había formado en turismo y organización de eventos, ya había trabajado de casi todo en Alicante. "Aunque a todos nos gusta trabajar en aquello para lo que nos hemos formado, en aquello que nos gusta", matiza. Estuvo como azafato en eventos -"antes de que el sector se parara"-, en atención al público en el Museo Arqueológico de Alicante (MARQ), como dependiente en tiendas de ropa y de videojuegos, en la recepción de un hotel y, por último, un año en el aeropuerto, en la atención de personas con movilidad reducida.

Pero Fred soñaba con dedicarse a lo suyo. "Y tenía claro que en Alicante era más que difícil". Y así llegó a Londres: sin trabajo, pero ilusionado con un futuro mejor. "Fui echando currículums cuando veía en los escaparates de las tiendas que necesitaban personal. Sólo tardé cinco días en encontrar mi primer empleo. Fue en una cadena de comida orgánica y estuve unos diez meses".

El alicantino, de madre francesa, tenía ventaja. "Llegué con tres idiomas: inglés, francés y español, y eso ayuda mucho a la hora de encontrar un trabajo", explica.

Y tras un curso en Londres, Fred decidió tomarse un respiro. "Vi que me gustaba mucho mi vida aquí, así que me cogí unas vacaciones largas y pasé el verano en Alicante, necesitaba desconectar tras mi primera experiencia fuera de casa. Pero llegué con la firme idea de volver a Londres".

Entonces, el pasado mes de septiembre, ya aclimatado a la ciudad y a su frenético ritmo, empezó a probar también suerte en su sector. "Ya me decidí a echar currículums en empresas relacionadas con la organización de eventos. Primero, no obstante, me llamaron de una cadena francesa de coffee shops, en la que me dedico a formar a los nuevos trabajadores en la atención al público. Luego me dieron la oportunidad en una empresa que organiza eventos deportivos. Así que entre ambos, trabajo seis días a la semana. Es algo estresante, pero me viene bien, soy muy nervioso".

Por lo visto en este año y medio, Fred asegura que en Londres hay trabajo para cualquiera. "Se ven muchas oportunidades porque es una ciudad muy de paso. Además, sin apenas nivel de inglés, se puede trabajar, pero claro en empleos sin cualificar que, eso sí, pueden servir como trampolín".

Fred, que ahora es un adicto al té y las pastas, admite que hay noches mejores que otras. "La mayoría de los días ni se me pasa por la cabeza volver a Alicante, pero otros pienso que estaría mejor en casa, aunque fuera buscando trabajo. Es duro estar lejos de los tuyos. Mi madre, por ejemplo, no hay día que no me diga que vuelva a casa. Yo, en particular, echo mucho de menos estar día a día con mi comisión, Florida Portazgo, que me da vida". De hecho, en poco más de un mes, Fred volverá a Alicante. "Pero de visita. Es la presentación de mi hoguera y ya estoy negociando con mis jefes poder quedarme hasta la Elección de la Bellea, el 11 de mayo. Si no me dejan, volveré a bajar para entonces. Esos actos no me los pierdo por nada. Y menos aún los días grandes, en Hogueras volveré".

"Me indigna que gente con ganas de trabajar se vea obligada a emigrar"

Admite ser algo más que una amiga de Fred. "Somos como hermanos", asegura Jessica Martínez, amiga del joven organizador de eventos, a quien echa demasiado de menos. "Le añoro mucho, lo llevo mal. Hay días que tienes la necesidad de tener a tu amigo cerca, pero yo tengo a Fred a muchos kilómetros de distancia. Pero lo más importante es ver que la vida le va bien. Yo, de hecho, le animé a que se marchara a Londres, aunque con el miedo de que sufriera", explica Jessica, quien se muestra "feliz" por comprobar cómo Fred cumple metas día a día. Ese buen camino, sin embargo, preocupa en parte a Jessica, peluquera de profesión: "Al principio pensaba que iba a durar poco por allí, pero cada vez le veo más a gusto. Ha madurado mucho en este tiempo fuera de casa, ha demostrado ser muy responsable. A mí lo que me indigna es que jóvenes con ganas de trabajar se vean obligados a emigrar para sobrevivir".