"Antes de salir de España hacia Chile, me encontraba en paro. Durante un tiempo, había sido trabajadora autónoma, por lo que me encontraba 'sin derecho a nada', que fue lo que me dijeron en la oficina de desempleo cuando fui a inscribirme", explica Silvia Romero, de 26 años y diplomada en Conservación y Restauración de Bienes Culturales.

En febrero de 2012, ante las perspectivas laborales que le ofrecía España, Silvia decidió seguir los pasos de una amiga, que se marchaba a Chile por estudios. "Decidí aventurarme, aprovechar que se iba mi amiga y algunos contactos españoles en la zona, para ampliar mi currículum profesional y seguir adquiriendo experiencia en mi sector", relata Silvia, quien explica que dos motivos fueron los que le impulsaron volar con destino América: "Quería progresar en mi profesión, y sabía que Chile estaba creciendo. Además, investigando, me di cuenta que en Chile la cultura era un punto fuerte, mientras que en España los primeros recortes ya sabemos a qué sector afectan".

Su primer año en Chile, según explica Silvia, no ha podido ser mejor. "No me puedo quejar de nada. Desde que llegué a Santiago, he tenido buenas oportunidades laborales, con trabajos de gran importancia cultural y, además, he podido seguir formándome, ya que cursé un postgrado de Gestión Cultural del Patrimonio", afirma la joven restauradora alicantina, que ya habla con un sensible acento chileno.

Hoy, Silvia está embarcada en un proyecto a largo plazo de restauración. "Estoy integrada en un equipo en el que me siento valorada como profesional y gracias al cual puedo seguir creciendo. Además, y también es muy importante, tengo un salario acorde a las necesidades de la vida en Chile. Siento que mi trabajo está recompensado también en el salario", cuenta Silvia.

En España, el currículum de Silvia estaba salpicado por prácticas -algunas remuneradas y otras no-, por su dos años como monitora de discapacitados y por su etapa como autónoma. "Al terminar los estudios, pasé unos meses con prácticas universitarias en un proyecto de restauración en la basílica de Montserrat. Cuando acabó, no me salió nada en Barcelona, por lo que acabé volviendo a casa, donde estuve un tiempo con un trabajo de restauración privada de artesanía", explica Silvia, que pasó por Murcia antes de cruzar el charco: "A finales de 2011, estuve unos cuatro meses, como autónoma, trabajando en otra iglesia. Cuando terminó ese proyecto, volví de nuevo a mi casa de Alicante".

Y en apenas unos meses ya vivía en Chile. "Comprobé que los recortes estaban dejando en nada la cultura en España. Así que decidí irme porque encontrar algo en el sector privado de la restauración era difícil, pero en el público ya era imposible", apunta.

Con todo, Silvia reconoce que Chile no es el paraíso. "Se habla mucho del país, pero aquí no existe la Seguridad Social y la Educación es muy cara. Además, hay mucha desigualdad entre clases", relata Silvia, quien admite que lo mejor del país es su gente: "Son muy cálidos, todo el mundo te echa una mano. Así que tengo ganas de volver a España... ¡pero de visita!".

"Nos dejó de piedra cuando nos dijo que se iba a vivir a Chile"

Nadie en la familia esperaba que Silvia cogiera sus bártulos y se marchara a otro continente. Al principio, lo intentaron encajar como mejor pudieron. Ahora, pasado un año desde la marcha de la joven restauradora, ya lo llevan mejor. "Te acabas acostumbrando a su ausencia, y más cuando sabes que está contenta, integrada y trabajando en su sector", asegura Ana Duque, hermana de Silvia y auditora de profesión, quien admite que los primeros meses fueron duros: "Lo llevé bastante mal. Cuando más se le echa de menos es en fechas señaladas, como la Navidad o los cumpleaños de la familia, pero lo realmente importante es hablar con ella y ver que está feliz, con una vida plena".

Ana explica que su hermana nunca había mostrado interés por vivir fuera de España, aunque la necesidad le hizo cambiar de opinión. "Le surgió la oportunidad y se marchó. Era lo mejor. Verla tan bien te hace pensar que a lo mejor acabe por echar raíces allí, y más ahora que tiene pareja [un joven sociólogo chileno]. Pero lo importante es que sea feliz, sea donde sea... ¡Qué le vamos a hacer!", explica.