"Acabé la carrera en diciembre de 2011 y sólo un mes después aterricé en Chile. Era la mejor decisión para mi futuro". Carlos Esteve, un monovero de 26 años, encontró su primer trabajo apenas dos días después de llegar al país andino. "Algo impensable en España, de donde marché huyendo de la plaga de incompetentes que nos gobiernan, que ha conseguido dejar a toda una generación preparada sin ninguna expectativa en territorio nacional", señala el joven ingeniero, que acabó en Chile siguiendo el consejo de un amigo, también ingeniero geólogo: "Me dijo que la profesión no tenía futuro en España y me invitó a buscar alternativas. Vimos, a través de internet, que en Chile había oportunidades. Él, que llevaba contactos desde España, tardó un día en encontrar trabajo; yo, que dejé el currículum en la empresa que le contrató, tardé dos días. Algo impensable".

Algunos meses antes, en torno a septiembre, Carlos ya empezó a pensar en la idea de buscar su primer trabajo fuera de España. "Ya por entonces sabíamos que en Sudamérica había oportunidades. Brasil, eso sí, lo descartamos al no conocer el idioma portugués", explica Carlos, que añade: "Fuimos muy espabilados... ¡y rápidos! Vinimos cuando había mucho trabajo, ahora ya no es tan fácil. En sólo un año hemos notado cómo la situación ha cambiado. Y todo porque desde España se ha puesto a Chile por las nubes. En mi empresa, seremos diez españoles".

Carlos asegura que, al menos para los ingeniero geólogos, aún merece la pena arriesgarse y probar fortuna en el continente sudamericano, aunque con calma.

"El problema de cambiar de continente es el papeleo. Tuvimos que hacer mil papeles para regularizar nuestra situación aquí. Pasaporte, título universitario -firmado por Educación, Inmigración y el Consulado chileno en Madrid-, antecedentes penales y un viaje a Santiago de Chile -situado a 150 kilómetros de su residencia en Viña del Mar- para sellar el enésimo documento", relata el joven ingeniero, que ahora trabaja en una reserva de cobre.

En España, asegura, sería imposible encontrar un trabajo como ingeniero geólogo. "Hasta la irrupción de la crisis, teníamos salida laboral en las obras de infraestructura públicas y edificación. Por ahí debería haber pasado mi futuro laboral al terminar la carrera... Pero los políticos, en lugar de poner solución a la grave situación, se burlan de aquellos que tenemos que buscar en el extranjero un trabajo, como la que dijo que nos íbamos por 'espíritu aventurero'".

Lo peor, recuerda Carlos, es que elegí Ingeniería Geológica por las "buenas expectativas de trabajo que tenía". "Claro -continúa-, era una buena época, cuando las empresas estaban llamando a diario a ver si salían titulados para contratarlos. Pero en los últimos años de carrera, ya notamos que algo fallaba... Ya no podíamos ni hacer prácticas sin remunerar. Nos decían que no tenían proyectos sobre la mesa, que no íbamos a aprender nada porque no había trabajo que hacer".

De su año en Chile recuerda momentos de "bajón", aunque por suerte no se prolongaron mucho tiempo. "Siempre llegan, normalmente la tarde de los domingos, y quien dice lo contrario, miente. Pero hay que intentar que duren poco tiempo", explica Carlos, quien advierte que hay que saber a qué se va a Chile. "Hay que ser duro, pero merece la pena".

Su tiempo de ocio lo emplea en aprender inglés y acudir al gimnasio... "Y los fines de semana a disfrutar de un buen asado". La rutina no cambia mucho de lo que haría en Alicante, si cambias el asado por una barbacoa. Pero con una diferencia importante. Aquí tengo dinero y puedo permitirme algunos caprichos, como viajar, que en España serían simplemente imposibles".

De Alicante, eso sí, echa de menos a la familia y a sus amigos... "Y también ver los partidos del Hércules desde mi butaca del Rico Pérez. Intento seguir al equipo por internet, pero no es lo mismo. Se sufre mucho a distancia. Además, estos meses he estado un poco chafado con los resultados, pero ahora parece que mejora".

En su futuro, ni piensa. "Sólo deseo que llegue gente joven al Gobierno de España, que no sean corruptos y trabajen por encontrar una solución al paro. Ya es hora de que nos dejen volver a casa", concluye Carlos, quien se muestra satisfecho en Chile: "Debemos estar donde seamos felices".