Con tres titulaciones universitarias cada uno, Pedro Selva (Elche, 1985) y Miriam Cutillas (Elda, 1985) apostaron por solicitar una beca como ayudantes de conversación para encontrar en el extranjero la oportunidad laboral que no les iba a ofrecer España. "Cuando terminamos de estudiar, teníamos bien claro que era casi imposible que se convocaran oposiciones para Educación", asegura el joven profesor ilicitano, quien señala que también probaron fortuna fuera del sector público: "Fuimos a colegios concertados y privados pero vimos que apenas se movía el mercado por allí. Nosotros, además, cargábamos con un handicap, no teníamos experiencia docente".

Pedro es diplomado en Magisterio Infantil, diplomado en Magisterio en Inglés y licenciado en Psicopedagogía. Su pareja, Miriam, también es diplomada en Magisterio Infantil y diplomada en Magisterio en Inglés, y además tiene la licenciatura en Pedagogía.

Con triple titulación universitaria, una beca les abrió el futuro después de siete años en la Universidad. "En 2008 opositamos, pero no aprobamos. Con todo, estábamos en una bolsa de trabajo, pero teníamos claro que no nos iban a llamar. Al contrario, cada vez estamos más lejos", explica la eldense Miriam.

El primer rayo de esperanza les llegó a finales del pasado año. "Empezamos a ver algo de futuro cuando terminamos la especialidad en inglés. Una profesora nos recomendó solicitar la beca de ayudante de conversación. Ella se ofrecía a firmar una carta necesaria para optar a la plaza... Así que nos decidimos", indica Pedro.

Medio año después de echar la solicitud, llegó la respuesta afirmativa. "Nos dijeron que sí, que ambos teníamos concedida la beca, aunque todavía no sabíamos destino. Ambos habíamos elegido como preferencias Reino Unido e Irlanda, pero... estaba por saber".

Ya por entonces, sin conocer el destino, tenían claras sus prioridades: "Nos íbamos a ir al extranjero igual, aunque no nos hubieran dado la beca porque queríamos trabajar y tener independencia económica... ¿Qué íbamos a perder? Nada, en España no hay nada. Y también porque ya nos tocaba después de tantos años de estudios entrar en un mercado laboral, donde fuera", explica él, a lo que ella añade: "Pero también teníamos claro que no queríamos separarnos, después de siete años juntos. Así que decidimos que si nos daban la beca a los dos en lugares distintos, uno renunciaría y se iría a trabajar de lo que surgiera en ese sitio, pensábamos en el sector de la hostelería".

La suerte, sin embargo, les sonrío. "¡Ya era hora!", incide Pedro. El primero en conocer su destino fue él, en junio: "Recibí una llamada del centro, preguntándome si estaba interesado en trabajar con ellos". A los pocos días, Miriam abrió un correo: "Me decían más o menos lo mismo, que tenía una plaza en un colegio en Londres, que si la quería". Ambos aceptaron sus respectivas propuestas.

"Cuando leí el correo y vi que nuestros colegios estaban en la misma zona no me pude poner más contenta. Era lo soñado, un golpe de suerte en toda regla", señala Miriam, quien reconoce que sin su pareja como compañero de viaje tal vez no se habría atrevido a salir al extranjero a trabajar.

Los colegios cumplían los requisitos que se habían prefijado meses atrás. "Estaban ubicados en Londres, así que podíamos vivir juntos y trabajar en la docencia, lo que nos gusta y para lo que nos hemos preparado", apunta Pedro, quien admite que ambas familias lo pasaron mal cuando supieron que ya "no había marcha atrás".

Aterrizados en Londres, Miriam fue quien peor lo pasó. "Los primeros días, horribles. Pensé mil veces en hacer las maletas y regresar a España. Me costó mucho adaptarme a la ciudad... De hecho, pensé que no sabía ni inglés, por el acento. Lo pasé verdaderamente mal", admite Miriam, que ahora está "realmente encantada" por haber tomado la decisión de emigrar a la capital del Reino Unido.

La búsqueda de piso en Londres fue, en su momento, la "primera odisea". "Varias inmobiliarias nos dejaron tirados. Nos costó demasiado encontrar alojamiento. Al principio, teníamos la idea de vivir solos, pero pronto nos dimos cuenta que era imposible. De hecho, ahora nos dejamos un sueldo en el alquiler de una habitación en un piso compartido con otras cuatro personas: un estudiante español, un italiano, un francés y un bahameño", relata Miriam, quien continúa: "Pero aquí cada uno va a lo suyo, no hacemos vida de compañeros".

La parcela laboral les ocupa unas doce horas a la semana, "además del tiempo que se dedica a preparar las clases". "Estamos encantados con nuestros colegios. Nos está sirviendo para aprender mucho, para coger experiencia y vemos contentos a los niños que es lo más importante", argumenta el joven ilicitano, que ya mira al futuro: "Tenemos idea de ampliar un año más la beca... Si no fuera posible, buscaríamos oportunidades por la zona para quedarnos, seguir trabajando y perfeccionando el nivel de inglés. Creemos que regresar ahora a España sería un grave error. Con los recortes en Educación, parece inviable que nuevos profesores entren en el mercado laboral... Así que pensamos quedarnos por aquí al menos un año más".

En apenas unos días, Pedro y Miriam vuelven a casa para disfrutar de la Navidad en familia. "Ya tenemos ganas de estar con los nuestros. Este viaje nos va a venir muy bien para coger fuerzas...", admite Miriam, quien concluye: "También llenaremos la maleta con jamón, queso, café, aceite... Se echa de menos la buena comida".

"Estuve en Londres en octubre y les vi muy bien, muy contentos"

"Le visité en octubre... Y debo decir que les vi muy bien, muy contentos, satisfechos con su vida en Londres", asegura María Magdalena Galiana, tía de Pedro, quien prosigue: "También es cierto que sobre todo Miriam lo pasó muy mal los primeros días, que se planteó seriamente volver a España. Por suerte para los dos, pasaron ese mal momento juntos y ahora están más que contentos con su decisión".

Junto a su hijo Juan y su hermana Encarnita, madre de Pedro, María Magdalena visitó a la pareja en octubre, cuando ellos apenas llevaban tiempo en la capital británica. "Estuvieron todo el tiempo que pudieron con nosotros, que fue mucho, y fueron los mejores anfitriones. Nos enseñaron Londres y nosotros, sobre todo la madre de Pedro, nos quedamos muy tranquilos al verles tan felices con su vida".

"Ellos -continúa María Magdalena- siempre han tenido claro que querían trabajar en lo suyo, que para eso han estado años y años estudiando. Y por suerte, ambos están muy contentos en sus respectivos colegios. Yo estaba convencida de que les iba a ir bien", apunta la tía de Pedro, quien entiende la actitud de los jóvenes: "Necesitaban trabajar y sentirse útiles".

"Nunca quieres que tu hija te diga: 'Mamá, me voy al extranjero'"

Una madre, explica Mercedes Rebollo, nunca está preparada para que tu hija le diga que se va al extranjero, ya que en España es casi imposible encontrar un trabajo relacionado con su preparación. Mercedes, madre de Miriam, reconoce que lo pasó mal, "sobre todo al principio", aunque "a todo nos acabamos por acostumbrar". "A mí me gustaría tenerla cerca, que estuviera por aquí trabajando en lo suyo, dando clases, que es su vocación, pero por encima de todo quiero verle feliz... Y ahora creo que es feliz en Londres, así que estoy contenta con la decisión que tomaron", asegura Mercedes, quien admite que lo "realmente duro sería tenerle cerca, pero sin ningún trabajo e incluso sin un futuro cercano. ¡Eso sí sería duro para una madre!".

Mercedes, que todavía no ha tenido la oportunidad de visitar Londres, reconoce que está deseando que llegue Navidad, "para disfrutar" con la compañía de su hija. "Cuando viene intento estar todo el tiempo posible a su lado. Aunque es una situación extraña. Porque mientras disfruto de su presencia, estoy pensando que en pocos días se va a volver a ir a Londres... Así que no acabo de disfrutarla al máximo. Digamos que es una sensación agridulce, aunque estoy esperando que llegue ya", concluye.