"Antes de marchar a Inglaterra a trabajar, estuve buscando alguna oportunidad en España de manera desesperada. Era desolador. Recuerdo que en una entrevista me dijeron: 'Sí, sí, puedes empezar mañana, pero hasta dentro de cuatro meses no te podremos pagar'", relata Lourdes Rebollo, licenciada en Humanidades por la Universidad de Alicante y que ahora da clases de español en Giggleswick School, una escuela privada en Inglaterra.

De esa etapa previa a emigrar al Reino Unido recuerda la "frustración". "Era tremendo. Cada vez era mayor y cada vez menos independiente, como le está pasando a otros tantos jóvenes españoles. Tuve que volver a casa de mis padres. Sin su apoyo, no habría podido seguir adelante", admite la joven de Guardamar, que hace un año vio en Inglaterra la única salida a su situación personal. "Me surgió la posibilidad de trabajar de asistente de español en una escuela pública rural situada al norte del país". No se lo pensó. "Llevaba tiempo inscrita en esa bolsa de trabajo, pero ya ni esperaba que me llamaran. Se me abrió el cielo. Fue algo precipitado, pero genial". Allí, además de español, dio clase de teatro y de italiano.

Así, en septiembre de 2011, dejó su casa y se plantó en Inglaterra. "Ese trabajo me facilitó todo, aunque ya tenía pensado venirme aunque no tuviera trabajo. Ya habría encontrado algo, estaba segura que era más fácil que en España".

Lourdes llegó a las islas británicas con una licenciatura (Humanidades), un máster (el antiguo CAP) y la experiencia de haber opositado a una plaza de Filosofía para Educación Secundaria en Andalucía. "Admito que cuando aprobé, pensé inocentemente que ya tenía resuelto mi futuro", añade Lourdes, que además ya había tenido experiencias previas en el extranjero: "En 2010 estuve en Italia con una beca -con un proyecto dirigido por el profesor de la UA Jaime Molina- y en Suiza con un programa del Servef para menores de 30 años. Allí tuve un contrato de prácticas, pero me resultó imposible continuar, así que tuve que volver a España". Ahí empezó su búsqueda de trabajo, que concluyó, "y gracias", a finales de 2011 en Inglaterra.

En el colegio estuvo nueve meses, hasta el pasado mayo. "Entonces me marché a Italia a trabajar en una librería de anticuario con un contrato temporal de cinco meses", asegura Lourdes, a quien la fortuna le sonrió al volver al Reino Unido: "La anterior escuela cerró, pero tuve la oportunidad de encontrar otro colegio, esta vez privado, donde ahora estoy dando clases".

Echando la vista atrás, asegura que abandonó España en cuanto pudo. "Yo quiero trabajar sin importante el lugar. Está claro que si es cerca de mi gente, mucho mejor. El hecho de estar fuera de casa lo quiero ver como una experiencia enriquecedora. Es difícil estar lejos de la familia, no tanto de los amigos, porque cada vez me quedan menos en España, casi todos están fuera".

No obstante, Lourdes lo tiene claro: "Prefiero trabajar en Inglaterra a estar en casa y sentirme inútil".

Para evitar esa "morriña", la joven profesora alicantina opta por integrarse en la vida local del lugar donde reside. "Me gusta participar en asociaciones culturales, voluntariados... Creo que es la mejor manera para vivir fuera de casa".

En Inglaterra, su vida tampoco es sencilla. "Mi condición de profesora asistente me obliga a buscar otros ingresos, como trabajar en pubs y dar clases particulares".

En mayo, cuando acabe el contrato con el colegio privado, volverá la incertidumbre a la vida de Lourdes: "No sé qué será de mí, pero tengo claro que me intentaré quedar por aquí a toda costa. En mi casa ya sé lo que me espera. Lo único que sé es enseñar, pero en mi país no me dejan. Deben tener claro que la Educación es una inversión y no un gasto para ningún país".