El arquitecto alicantino Javier García-Solera, profesor en escuelas de arquitectura de España y América Latina, con una relevante obra premiada en certámenes nacionales e internacionales, expuso ayer en el Aula de Cultura su concepto de "ser arquitecto".

¿Qué entiende Javier García- Solera que es ser arquitecto?

Cuando se ejerce como arquitecto se tiene un compromiso, no es tener un título, sino vivir la profesión en el sentido último.

¿Su respuesta actual sería la misma que hace tres años antes de que estallara la burbuja inmobiliaria y dejara sin trabajo a muchos de su profesión?

Sin ninguna duda mi respuesta sería la misma hoy que hace tres años porque se trata de razones profesionales y personales que las circunstancias económicas y políticas que se producen no las cambian. La actitud del arquitecto es de compromiso ante las cosas. El arquitecto trabaja para un medio que es de todos y que es la ciudad, se le llame también territorio o paisaje. Ahí es donde trabaja el arquitecto ya sea para un cliente privilegiado o casi marginal o para la Administración. El arquitecto no debe dedicarse a hacer su propia obra, sino la que la sociedad le demande, aunque marque su propio paso y su propio ritmo de baile.

Pero hay profesionales de la arquitectura que son valorados como artistas.

El arquitecto no es un artista, su función no es interpretar el mundo, sino construirlo. Para el arquitecto la ciudad debe de ser el objetivo último. Como señaló en el siglo pasado Mies van der Rohe, el objetivo del arquitecto es hacer lo que sea posible, necesario y que tenga sentido.

La ciudad es el objetivo último del arquitecto y precisamente estos días se expone un proyecto importante para Alicante como es el del soterramiento.

Alicante tiene la oportunidad casi última de la operación integrada de Renfe. En un proyecto como este hay muchos intereses cruzados y casi nunca suele prevalecer lo relevante y lo principal, ya que hay aspectos como la valoración de suelos, las plusvalías y otros que lo condicionan, pero en términos macrourbanísticos soy defensor de mantener el antiguo tinglado de la Estación y retrasar la ubicación de la nueva estación hasta el Puente Rojo, del que también defiendo su conservación, no por su relevancia arquitectónica, sino porque resuelve las conexiones urbanas y, por tanto, debe permanecer. También respaldo el parque urbano.

¿Qué opina de los edificios de gran altura previstos?

Sobre los edificios altos, la ciudad tiene que ser densa y yo defiendo que disponga de un skyline que la configure y dé sentido, aunque hay que buscar la ubicación idónea de estos edificios altos. A mí me puede parecer una barbaridad un edificio de seis plantas por ejemplo en la calle San Fernando y no uno de 30 en una zona aislada. El proyecto del soterramiento me interesa como infraestructura y lo considero acertado, pero yo habría hecho un par de correcciones más, aunque hay que estar atento a su desarrollo.

¿Su opinión sobre el macroproyecto de Ikea?

Es una apuesta comercial por una gran superficie y yo no soy su mejor amigo. Hay que entender que el pequeño comercio tiene que tener su relevancia.

En ese fin último para el arquitecto que es la ciudad, ¿qué opina de su ciudad?

Yo en la situación actual de la construcción apuesto por el decrecimiento. En estas circunstancias actuales hay una oportunidad para la arquitectura. Hay que pensar en la gran cantidad de casas vacías, lo que significa que hay espacio para la rehabilitación y la colmatación. Como se ha dicho, hemos pasado de un país con casas vacías a un país con gente sin casas. Hay que rehabilitar la ciudad, arreglar sus rincones, reordenar lo obsoleto. Hay que evitar que toda la ciudad tenga que renovarse por completo cada diez años por sus deficiencias. Yo defiendo que no hay mejor sostenibilidad que la calidad.