Tula, una perra marrón de hocico oscuro, consiguió sobrevivir, pero no sus dos compañeros de recinto. Se acabó la comida, la bebida y los cuencos y bebederos resecos ya solo tenían tierra y gusanos. El dueño de los animales, a los que tenía en un solar abierto de la partida alicantina del Rebolledo, dejó de suministrarles alimento durante meses hasta que dos de ellos murieron de inanición, mientras que un tercero, Tula, pudo sobrevivir, aunque la perra estaba moribunda en el momento en el que fue hallada por los agentes de la Unidad Canina de la Policía Local de Alicante que inspeccionaron el recinto y levantaron acta de lo que vieron.

Un juez sentará el próximo mes de enero en el banquillo al propietario de los tres animales por una falta de maltrato animal al haber presuntamente abandonado a los canes hasta su fallecimiento, lo que está tipificado como falta en el Código Penal, conducta que se sanciona con multa de quince días a dos meses. Se entiende como falta y no delito el hecho del posible abandono, ya que su propietario alegó que una enfermedad le impidió acudir a poner comida a los perros.

El Código Penal, que endureció precisamente en 2010 las penas por maltrato animal, contempla como delito el daño al animal y llega a sancionar a su autor con penas de hasta un año de prisión.

Los hechos que llevarán al antiguo propietario de Tula y de los otros dos perros fallecidos al banquillo de los acusados tuvieron lugar antes del verano. Sin embargo, fue el 23 de agosto pasado cuando agentes de la Unidad Canina de la Policía Local de Alicante se personaron en el solar en el que estaban los perros tras quejarse varias trabajadoras de un club de alterne contiguo de un olor nauseabundo. Las chicas hablaron con el gerente del negocio, quien alertó finalmente a la Policía del hedor en el recinto.

Las trabajadoras del local así como su dueño contribuyeron a identificar el lugar desde el que parecía proceder el olor: un solar contiguo al club cuyo dueño había dejado de aparecer por la zona.

Una vez los agentes accedieron al recinto encontraron a dos perros muertos -un pastor alemán y un cruce de caza-, ambos junto a deshechos de comida como cáscaras, papeles y huesos, y bajo cajas de bebidas. Los cuencos estaba vacíos. El solar desprendía un olor muy desagradable y en medio de la escena solo una luz de vida: Tula, una podenquita de cinco años que actualmente se encuentra en la Protectora de Animales de Alicante, que también se personó en el recinto. Estaba moribunda, pero los agentes llegaron a tiempo para que siguiera viviendo.

La Policía levantó acta de la inspección ocular y presentó la misma en el juzgado. El Albergue también presentó una denuncia. El director del albergue, Raúl Mérida, así como el veterinario del centro, están citados a testificar ante el juez junto a los agentes. El magistrado de Instrucción que lleva el caso obligó al acusado a presentar un certificado de incineración de los dos animales fallecidos ya aportado por su propietario.

La Protectora pide que se condenen los hechos para dar ejemplo

El responsable de la Protectora de Animales de Alicante, Raúl Mérida, quien está citado por el juez en el juicio por maltrato tras la muerte de los dos perros en El Rebolledo, indicó ayer a preguntas de este diario que durante la vista oral se darán más detalles de lo ocurrido, y que se verá si se mantiene como falta o como delito. "En cualquier caso -señaló Mérida-, lo que sí pedimos es que estos hechos se condenen. Por un lado, porque así se hará justicia, y por otro, para dar ejemplo y una función disuasoria, porque evitará que otros lo hagan". Recordó que nadie está obligado a tener animales, mientras que sí es obligado "su cuidado y su atención y proporcionarles comida y bebida".