No hay fecha prevista para una remodelación del Consell que el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, viene aplazando y retrasando desde que finalizó el congreso regional que el PP celebró en Alicante el pasado mes de mayo. Nadie a día de hoy sabe hasta dónde llegará la interinidad de José Císcar como conseller de Hacienda, una elección que aplaudieron ayer desde la patronal Cierval. "No hay tiempo para alguien que se tenga que adaptar", apuntaron en un comunicado. Ni nadie sabe tampoco el recorrido temporal que tiene un gobierno que ofrece, desde hace meses, claros síntomas de agotamiento. Casi con la llegada de Fabra al Consell como relevo de Francisco Camps se desataron todas las especulaciones sobre la posibilidad de que se afrontara una remodelación del gobierno que marcara la impronta del nuevo presidente. Dirigentes del PP dan por hecho que Fabra no podrá alargar la crisis demasiado. Quizá después de Navidad, una vez que se resuelva el debate de los presupuestos del Consell para 2013. Pero únicamente Fabra, un hombre muy reservado, tiene la respuesta.

Con todo, el nombramiento de Císcar tiene un toque de improvisación, algo que el propio vicepresidente dejó al descubierto durante la comparecencia en la que anunció la marcha de Vela. Tanto como que el jefe del Consell ha sondeado, sin éxito, a posibles sustitutos para Hacienda. Nadie quiere ser el conseller de los recortes y los impagos. La decisión de Fabra de confiar en Císcar el departamento de Hacienda -en la que también se relevará al Interventor General, imputado junto a Vela- deja en evidencia al titular de Economía, Máximo Buch, quien a priori era el sustituto natural ya que tienen competencias que se solapan. Incluso, en algún momento, se llegó a hablar de la posibilidad de que ocupara una segunda vicepresidencia de corte económico. La opción de Buch estaba prácticamente descartada ya que, en opinión de algunos empresarios e incluso de compañeros de su Gobierno, no está dando la talla.

Antes o después y con la esperanza puesta en que los problemas de los impagos se hayan podido encauzar, Fabra abordará esa remodelación. Sea de mayor o menor calado, el objetivo será dar un golpe de timón que cambie la inercia acual de un Consell paralizado y sin iniciativa política.