"En 2008 redujeron la plantilla de mi trabajo en el Huerto del Cura y me echaron. Desde entonces, estoy en paro. Durante estos años, he pasado por etapas de búsqueda más y menos activas, pero no he vuelto a trabajar", asegura Joaquín López, un joven ilicitano que trabaja desde agosto en un pequeño pueblo de Alemania, en plena región de Baviera, como voluntario en un centro de jóvenes. "Decidí dejar Elche y venirme para mejorar el alemán que había aprendido en la Escuela de Idiomas. Aquí no ahorro dinero, vivo al día, pero al menos no desespero buscando empleo".

Joaquín, que estudió un módulo superior en Fotografía Artística en Orihuela mientras trabajaba como repartidor de pizzas, estuvo dos años y medio en una tienda turística en el Palmeral, como dependiente y fotógrafo. "Ahí, con los clientes, descubrí que los idiomas me gustaban y, lo más importante, no se me daban mal".

Así que, durante un par de años, Joaquín compatibilizó su trabajo en el Huerto del Cura con las clases de alemán en la Escuela Oficial de Idiomas. Pero en 2008, su empresa prescindió de varios trabajadores y le "tocó". "Me echaron y empecé a buscar trabajo. Al principio, sin mucha intensidad, porque llevaba años, desde muy joven, trabajando. Pero cuando me quise darme cuenta, llevaba cuatro años sin encontrar un empleo relacionado con el turismo, el sector al que me quiero dedicar. Hice entrevistas, sí, pero nada se acabó por concretar", asegura Joaquín, desde Alemania.

Un día la prestación por desempleo se acabó. "Y empecé a vivir de nuevo de mis padres. Resignado a ser una carga para ellos, aunque soy hijo único. Y así pasaron los meses y los años... y yo seguía viviendo de ellos. Cada vez me sentí más de bajón", reconoce el joven ilicitano.

Hasta que una mañana empezó a buscar alternativas fuera de España. "Siempre me atrajo la posibilidad de trabajar en el extranjero. Por lo que viendo que en Elche era imposible trabajar, empecé a dar forma a un proyecto de vida lejos de mi entorno".

Empezó a buscar a través de una red de empleo europeo, pero los trámites administrativos no le dejaron seguir. "Había un problema, tenías que estar empadronado en el lugar en el que querías trabajar. Así que pasé página. Entonces, un amigo me habló del Servicio de Voluntariado Europeo y me acerqué a L´Escorxador a informarme".

En tres meses obtuvo respuesta. "Me llamaron en diciembre de 2011, interesados en mi currículum. Y en enero me dieron la confirmación. Así que estuve siete meses esperando a que llegara agosto para irme a Alemania".

En este tiempo, Joaquín colaboró con la Policía como traductor. "Nada continuo, apenas me saqué unos euros", matiza, a la vez que añade: "Yo seguí buscando, por si surgía algo en Elche. Estaba dispuesto a renunciar a la oportunidad en Alemania, porque aquí apenas pagan. Y, sobre todo, por estar cerca de mi madre y de mi abuela, pendiente de ellas".

Desde agosto, Joaquín trabaja como monitor de ocio y tiempo libre en un centro juvenil, por las tardes, con chavales de 6 a 12 años. "En nueve meses se me acaba, pero mi idea es quedarme por aquí. Ya con un mejor nivel de alemán, me gustaría probar fortuna en ciudades turísticas como Berlín, Colonia o Dresde. No obstante, también buscaré en Elche y alrededores, por si tengo la fortuna de encontrar algo, aunque sigo las noticias de España y el futuro no parece muy esperanzador. Me gustaría volver a casa, se echa de menos todo. ¿Pero sabes lo que más? La paella de mi abuela".

"Quien más le echa de menos es su abuela, es su único nieto"

"Todos le echamos de menos, pero quien más nota su ausencia es su abuela Antonia; para ella es su único nieto", explica Joaquín López, padre de Joaquín.

Satisfecho por la iniciativa mostrada por su hijo para iniciar otra vida en Alemania, Joaquín espera que la experiencia le sirva para mejorar su nivel de alemán, un idioma que, en un futuro próximo, le permita regresar a España y encontrar un trabajo. "Digo yo que, con un buen alemán, podrá trabajar en la Vega Baja, por el norte de la provincia o, incluso, en Baleares. O eso espero", asegura.

No obstante, tampoco es muy optimista: "Ves que tu hijo tiene casi treinta años y que apenas cuenta con oportunidades y te dan ganas de echarte a llorar. Desde el principio le animé a que se fuera, porque quería verle feliz y no en casa. No te puedes quedar en casa esperando que te llegue una oportunidad, porque lo normal es que no lo haga, es difícil que la suerte te caiga del cielo. Al problema que tiene España le veo difícil solución", argumenta.