El reloj marcaba las 1.15 horas de la madrugada del viernes al sábado. La cena de Sonia Castedo con sus amigos de Facebook encaraba su recta final. En ese momento, tal y como estaba previsto, la alcaldesa de Alicante subió a la tarima. Y se hizo el silencio. En uno de los días más duros de su trayectoria al frente del Ayuntamiento, la primera edil se disponía a dirigir sus primeras palabras públicas tras filtrarse su declaración en el TSJ por el supuesto amaño del Plan General a favor del empresario Enrique Ortiz. Castedo no dio puntada sin hilo. Tras un breve agradecimiento a los 600 asistentes al encuentro, la alcaldesa se sinceró, se emocionó e incluso derramó lágrimas. Centró la práctica totalidad de su discurso en su procedimiento judicial y comenzó a repartir a diestro y siniestro. Desde la oposición hasta la Justicia, pasando por su propio partido. Eso sí, en ningún momento dio nombres.

"Nuestro Estado de Derecho permite el linchamiento público de una persona sin hacer nada. Ahora bien, hoy recibo piedras, pero mañana seré yo quien las lanzará. No soy así, pero me han obligado a hacerlo", sentenció. No se quedó ahí. Advirtió de que tiene "mucha paciencia" y volvió a lanzar otro aviso a navegantes: "Estoy sentada esperando. Tarde o temprano pasarán por delante de mí y ahí todo habrá merecido la pena". Fue entonces cuando se derrumbó. Comenzó a llorar, los asistentes se pusieron en pie y prorrumpieron en aplausos.

Entonces, lejos de amilanarse, Castedo quiso destacar su fortaleza. Admitió que su familia está sufriendo y destacó que no merece el trato que está recibiendo. "He llegado aquí por lo que he conseguido trabajando. Nunca le he hecho daño a nadie y jamás he hecho nada deshonesto. No creo que me merezca lo que me está pasando, porque he dedicado mi vida a esta ciudad", espetó. Acto seguido, disipó cualquier atisbo de duda sobre su futuro inmediato: "He luchado toda mi vida y voy a luchar hasta el final. Porque digan lo que digan y hagan lo que hagan, merece la pena pelear".

Tal y como declaró horas antes a este diario, la primera edil aseguró durante su discurso que el procedimiento judicial la ha dotado de mayor fortaleza: "Soy un muro de hormigón y todo el que venga contra mí, chocará".

También, sus propios compañeros. Aunque sin mencionar a ninguno de ellos de manera explícita, Castedo se mostró especialmente dolida por el trato que le ha brindado el partido desde que salió a la luz la rama de Brugal que afecta al presunto amaño del PGOU, por la que además de ella, también están imputados su hermano, José Luis Castedo, y su antecesor en el cargo, Luis Díaz Alperi, entre otros. "Me he sentido muy sola en este trayecto", afirmó. Y prosiguió: "Eso me ha ayudado a saber quién está conmigo. Porque cuando la voz del enemigo te acusa, el silencio del amigo te condena". Blanco y en botella. Recado claro para la cúpula del PP.

Falta de apoyos

Esas palabras cobran especial relevancia teniendo en cuenta que se produjeron apenas unas horas después de que el vicepresidente del Consell y presidente provincial del PP, José Císcar, le retirara su apoyo. En la tradicional rueda de prensa que ofrece los viernes por la mañana a la conclusión del pleno del Ejecutivo autonómico, Císcar fue tajante. "Si usted fuera Sonia Castedo, qué haría"?, le repreguntó un periodista. Y él respondió: "Yo en esta situación, ante cualquier tipo de imputación dejaría todos mis cargos". Fue lo mismo que dijo hace unas semanas al ser cuestionado por Rafael Blasco, imputado en el fraude de ayudas a las ONG.

La alcaldesa, no obstante, ya ha dejado claro que hará todo lo contrario a lo que afirmó Císcar. "Jamás he hecho absolutamente nada que alguien pueda considerar deshonesto. Esto no es un problema judicial, sino político. Empezó hace cuatro años y hoy aún continúa. Pero yo no bajo las orejas (...) Además, ahora sé quiénes son mis amigos y quiénes no. Sé quién está a mi lado porque le interesa", apostilló.

En su opinión, su imputación en Brugal por tres graves delitos obedece única y exclusivamente a intereses políticos. "He sufrido el interrogatorio más largo que se ha producido en este país (18 horas). Tengo ese honor. ¿Por qué? Pues no lo sé. Desde hace un añó y medio sé cuál es mi problema. Son 18 concejales (los que obtuvo la lista que ella encabezada en los pasados comicios locales). Fue el mayor éxito del partido al que represento", agregó. Nada más conocer los resultados electorales, Castedo se convirtió, según dijo, "en una pieza a batir". Lo que nunca imaginó es "que el peaje fuera este". Una vez que puso punto y final a su intervención, el reloj había rebasado ya las 1.30 horas. Sin embargo, la alcaldesa se quedó en el restaurante un buen rato más y departió con todo aquel que se le acercó. Fue el colofón a un día que, a buen seguro, tardará en olvidar.