Fernando del Rosario (Segorbe, 1946) es el responsable en

la Comunidad Valenciana

de Cruz Roja, que mañana presenta su informe anual

de vulnerabilidad social.

Aunque la imparcialidad y la neutralidad sean principios fundacionales de Cruz Roja, ¿se puede estar callado ante los recortes, los desahucios, la corrupción o la especulación?

No sólo es que no podemos estar callados, sino que hemos de posicionarnos siempre en favor de las personas. No haremos denuncias públicas que puedan favorecer a un partido o a otro, pero siempre estaremos con las personas. Dicho esto: es preocupante que aminoren las cantidades económicas para garantizar los derechos de la gente.

Y la actuación de los gobiernos, ¿es la adecuada para favorecer a los ciudadanos?

Hay una situación absolutamente injusta cuando estamos considerando como "legal" que una persone cobre un sueldo bárbaro al frente de una entidad financiera mientras que personas afectadas por la gestión de esa entidad están siendo echadas de sus viviendas. ¡Eso es una barbaridad! Y la responsabilidad de que eso ocurra está repartida en muchas manos.

Como los especuladoresÉ

Sí. Todo lo que implique especulación va en contra de las personas. Un ejemplo: en el Sahel, en este momento, están muriendo niños porque algunas compañías han comprado gran cantidad de cereales para ponerlo en el mercado y encarecerlo con el objetivo de ganar más dinero a costa de la vida de los demás. ¡Eso es un asesinato! Y si esto es el sistema, si el sistema convierte en legal esta barbaridad o el desahucio de jubilados de sus casas por culpa de movimientos especulativos, yo, personalmente, soy un antisistema. Porque eso no se puede consentir de ninguna manera. Queremos un mundo con otros valores. Porque hacerse rico por encima de todo no es un valor que respeta la dignidad de las personas.

Han lanzado el primer llamamiento de ayuda de la historia de Cruz Roja Española, como si la crisis fuera un terremoto.

Es que la situación es muy grave. Es terrible que el 43,6 % de la población valenciana no tenga capacidad para hacer frente a gastos imprevistos, o que más de 200.000 valencianos vivan en hogares que tienen a todos sus miembros en paro. Y lo peor es que no se ve el final de la crisis. Eso significa que muchos jóvenes no tengan perspectiva de vida, algo que desilusiona y deprime.

¿Qué situación nueva de vulnerabilidad social le preocupa más?

Resulta difícil priorizar a unos sobre otros. Porque, por un lado, destaca la nueva cara de la pobreza: personas que tenían carrera y trabajo que, agotados sus recursos, tienen necesidad de comida y pueden perder hasta la vivienda. Son los nuevos pobres, y eso es novedoso y terrible. Pero, por otro lado, los que antes eran pobres -como los inmigrantes- están atravesando dificultades grandísimas. Ahora bien: nos preocupa muchísimo el colectivo de los niños, muchos de los cuales no pueden comer proteínas más de tres veces por semana.

¿Está desapareciendo la vergüenza a pedir, a solicitar auxilio?

Todavía se mantiene, porque para muchas personas el hecho de pedir resulta humillante para la imagen que tenían de ellas mismas. Pero la necesidad está relegando esos reparos a pedir.

Lleva casi 25 años en Cruz Roja. ¿Imaginó alguna vez que esta situación podría llegar?

¡Nunca! Estábamos en un mundo en que parecía que todo crecía sin parar. Ahora ha cambiado.