Benidorm realizó ayer un feroz esfuerzo por huir de los tópicos que la han acompañado durante los últimos años, de las noches frívolas, de los rascacielos o de los ingleses, y optó en cambio por convertirse de nuevo en un pequeño pueblo valenciano. Como tal, evocó las gestas, viajes, juegos y personajes que contribuyeron en un pasado no tan lejano a cincelar su identidad más profunda.