La anorexia, la bulimia y la obesidad afectan a un 25% de la población entre 2 y 21 años con consecuencias que pueden llegar a ser muy graves. Las cifras además, según todos los estudios, están muy lejos de disminuir.

¿Están aumentando los desórdenes alimentarios?

Sí. El número va en aumento, sobre todo en los casos de anorexia y algo menos de bulimia que están presentes pero ni siquiera se entera la familia hasta que pasa el tiempo. Se mantiene en privado y la familia lo descubre a los meses o más de un año después.

Entonces, ¿a qué síntomas debemos estar atentos los padres?

Cambio de carácter, síntomas físicos de delgadez, intentos de esquivar a la familia a la hora de la comida y de evitar las comidas en familia. Hay un aislamiento de los vínculos familiares y sociales y se ve que empieza a cambiar algo en las relaciones. También puede haber problemas físicos como retirada de la regla, mareos y desequilibrios metabólicos, pero sobre todo, se empieza a percibir que hay rodeos con la familia y que algo no va bien.

¿Pueden hacer algo la familia para prevenir la aparición del problema?

El diálogo es básico. Cuando estos pacientes dejan de comer, vomitan y desarrollan estos síntomas es porque detrás hay otro sufrimiento, otro problema que no está dicho. Siempre hay problemas personales como causa, y cuando no encuentran con quien hablar, eso se queda ahí y años después nos encontramos con el síntoma. Entonces se sabe que algo pasó, nadie vio que la joven estaba sufriendo, pero antes de dejar de comer, pasó algo que es en lo que hay que centrarse.

¿Qué pudo pasar?

Hay un tema de cómo se ve el niño o la niña, un problema de autoestima, pero los rechazos de los demás no son la causa sino que pueden ser los desencadenantes, el botón que se ha apretado. La causa está en otro sitio. La causa siempre gira alrededor de la feminidad y la sexualidad. Al final se terminan sacando a flote algo sobre su posición de mujer. Aparece en la pubertad cuando los rasgos femeninos secundarios aparecen. Todo gira en torno a la feminidad y a la sexualidad.

Siempre se ha dicho que en la anorexia influyen mucho los modelos de mujer que se presentan como ideales

Lo de los modelos que se nos presentan y su influencia en la aparición de la anorexia o la bulimia es muy discutible porque una cosa es el modelo de delgadez y otro la anorexia que puede llegar a la muerte. También éste puede ser un factor detonante pero no la causa. Nosotros tenemos en cuenta la estructura psíquica que hay detrás. Ha habido muchos casos de desastres porque se elimina el síntoma pero el problema permanece. Hace falta un diagnóstico para detectar si no hay un caso de psicosis esquizofrénica, paranoica o lo que sea y hay que trabajar de forma distinta en función de los casos.

¿Y están preparados los médicos para tratar estos casos?

Nuestro método de trabajo es distinto al habitual. Trabajamos desde la teoría psicoanalítica. Nosotros incidimos en las causas y no en los síntomas y eso lo hacemos muy pocos. Tratar a una persona con anorexia obligándola a comer no es la solución. Gana unos quilos, se recupera un poco y vuelve a la calle, pero recae. Nosotros trabajamos siempre en el porqué. En Centro Uno somos dos psicólogos, un psiquiatra y un nutricionista, además del personal de planta hospitalaria, y nuestro objetivo es siempre conocer el origen del problema que en unos casos difiere de otros. Tomamos cada caso como un caso único, porque aunque los síntomas sean parecidos, la causa que llevó a cada uno a enfermar, es distinta.

Usted habla sobre todo de mujeres. ¿Tan pocos hombres hay con estos problemas?

Se calcula que uno de cada 10 casos se da en hombres y también en ellos hay una cuestión psicológica.

También resulta preocupante el aumento de la obesidad infantil. Las causas del desajuste serán otras, ¿no?

Sí, claro, en estos casos primero citamos a los padres. Un niño pequeño come lo que le dan. A veces el problema está en una falta de conocimientos o de educación nutricional de las familias. Otras veces se utiliza la comida para que el niño lo moleste, o se le da un bollo si no quiere otra cosa para tenerlo tranquilo. Después hay que analizar cada caso. Trabajamos con los padres y la posible recuperación depende de lo que ellos hagan.

¿Y la obesidad en adultos?

Un niño obeso suele ser un adulto obeso aunque muchos en la pubertad realizan por sí solos un cambio de hábitos. Ya de adultos la obesidad a veces responde también a problemas emocionales. Hay personas que comen por ansiedad. Nosotros lo que hacemos es buscan un poco por qué una persona come más de lo normal, por qué no puede regularse y usa la comida como un medio para calmarse y entonces trabajamos en otras soluciones para calmar esa ansiedad.