Tras cinco años investigando el cerebro en un prestigioso laboratorio de Nueva York, el Gobierno de Estados Unidos le obligó a regresar a España, "para evitar la acusación de robar cerebros". Pero su país, pese a su completa formación, no le ha brindado oportunidades. "Yo estaría encantado de trabajar en Alicante, además, ahí está uno de los mejores centros de España para desarrollar mi especialidad: el Instituto de Neurociencias de Alicante. Pero nada. Cuando me fui de España se hacía buena investigación, pese a que los recursos siempre han sido limitados. Ahora, con los continuos recortes en investigación, la situación cada vez está más complicada para los profesionales".

Lorenzo Díaz estudió Farmacia y Bioquímica -segundo ciclo- en la Universidad de Valencia. Además, trabajó en una farmacia de Alicante, donde, asegura, se lo pasó "muy bien". Pero él siempre quiso investigar. "Y, en concreto, me atraía estudiar el cerebro", reconoce.

Así, con doble titulación y cierta experiencia laboral, Lorenzo se marchó a Barcelona para escribir su tesis doctoral, que giró en torno a la depresión y la esquizofrenia. En 2006, defendió el texto frente al tribunal y, poco después, el Ministerio le concedió una beca postdoctoral, la prestigiosa Fulbright. Una ayuda gubernamental que, tras abrirle en un inicio las puertas de la investigación en Estados Unidos, años más tarde se las cerró de golpe. "Elegí Nueva York siguiendo a Joseph E. LeDoux. Durante mi etapa en el instituto, leí su libro El cerebro emocional y ahí supe que quería ser neuroinvestigador. Años después pensé que trabajar a su lado sería una experiencia fascinante, así que le escribí y acabó por aceptarme en su equipo".

En octubre de 2006, Lorenzo llegó a la ciudad que, dicen, nunca duerme. "Deshice mi vida en Barcelona para perseguir un sueño. Desde el minuto uno me hice una promesa: no quejarme. Era una persona muy afortunada". Así pasaron los dos años de beca y otros tres, ya bajo la cobertura de su primer contrato laboral en el mundo de la investigación. Y entonces empezó a torcerse el camino. "Mi primer visado tenía una vigencia de cinco años. Los problemas llegaron cuando inicié los trámites de renovación. El Gobierno estadounidense me obligó a regresar a España, me dijeron que no quieren que los países les acusen de 'robar' cerebros. Así que tuve que dejar mi vida y mi contrato en Nueva York y volverme a casa... Aunque sólo duré unas semanas por Alicante".

Consciente de que las oportunidades laborales -también en su área- eran casi inexistentes en España, Lorenzo tomó un vuelo hacia Japón. "Me fui tres meses a Tokio, a finales de 2011, para ayudar a un amigo a montar un laboratorio. Luego, conseguí que Estados Unidos me concediera un visado provisional de seis meses, que me permitió regresar a Nueva York y continuar con mi investigación. El pasado mes de julio, eso sí, tuve que hacer de nuevo las maletas".

El destino, aunque por tiempo definido, fue su Castalla natal. "Siempre intento volver a casa para disfrutar de las fiestas de Moros y Cristianos, que se celebran a principio de septiembre. Formo parte de una comparsa -de la media luna-, y no puedo faltar. Este año he disfrutado el doble porque en 2011, por el problema con el visado, no estuve".

Lorenzo admite que se siente "en deuda con España", pero sabe que su futuro laboral pasa por cruzar de nuevo el Atlántico. "Ahora estoy unos meses en París, hasta que en enero, ya con el visado en regla, pueda volver a Nueva York a seguir con mi ritmo de trabajo". Al menos, durante tres años más. "Tengo contrato hasta finales de 2015. Y luego me gustaría volver a casa. Sueño con dirigir mi propio equipo de investigación en España. Eso sí, no podemos obviar la realidad del país, porque al final te cansas de tanto lucharÉ Obama, por ejemplo, en lugar de recortar, ha hecho aportaciones extra a la investigación. Son formas opuestas de gobernar".

De Estados Unidos, no sólo destaca la política en favor de la investigación. "Cuando no estoy allí, echo de menos sus donuts y las cookies. ¡Ah! Y también pasear por Washington Square Park, es mi rincón favorito de una ciudad fascinante. Aunque reconozco que no puedo con la figura del looser [el perdedor]. La americana es una sociedad que sólo valora el éxito".

"Hemos sufrido más por los problemas con su visado que por tenerle tan lejos"

"Hemos estado unos meses bastante tensos por la negativa de las autoridades a concederle el visado para que siga trabajando en Estados Unidos. Ahora, ya con todo arreglado, estamos tranquilos. De hecho, hemos sufrido más por lo problemas con su visado que por tenerle tan lejos, porque le vemos casi todos los días a través del ordenador. Creo que estamos más en contacto que si viviera en España, aunque mi hijo siempre ha sido un chico muy hogareño", asegura Lorenzo Díaz, quien afirma estar muy orgulloso de la trayectoria profesional de su hijo.

"Estamos muy satisfechos. Cuando estuvimos en Nueva York comprobamos que tiene una vida muy estable allí, con muchos amigos y un ambiente de trabajo muy saludable", apunta Lorenzo, para añadir: "Mi hijo está loco por volver a España, pero debe tener un poco más de paciencia. A ver si con el tiempo, tiene una oportunidad para trabajar en su país".