¿Recurrimos a las academias ya desde principios de curso o esperamos a que lleguen los suspensos para buscar ayuda?

Se dan los dos casos. Curiosamente, con la crisis, la gente espabila antes y lo poco que tiene lo encamina a la formación, aunque se sigue notando la crisis y en varios aspectos, tanto en la demanda como en la existencia cada vez mayor de casos de competencia desleal de quienes trabajan en casa, lo que nos obliga a hacer un esfuerzo más grande para mantener nuestro nivel. Con todo, nosotros llevamos muchos años con esto y hay una base de alumnos que empiezan a trabajar en septiembre, aunque también hay los que empiezan solos y luego vienen los problemas si hay deficiencias en la base.

¿Qué asignaturas son las más problemáticas?

Lo habitual. Básicamente matemáticas, ingles, física y química, lengua..., aunque, curiosamente, se han añadido las "marías" como ética, plástica, o educación física.

Y eso ¿por qué?

Hay alumnos que te vienen con un paquete de 10 asignaturas, y no son alumnos tontos, sino que hay un problema de pedagogía. Cuando llegan a la academia, hacemos un trabajo especial con los niños hasta que se dan cuenta de que están obligados a estudiar. A veces han entrado con ocho o diez suspensos y los han aprobado en septiembre.

¿Por qué en el colegio no se consigue eso?

A veces lo que necesitan muchos niños o jóvenes es disciplina de trabajo. Hay que obligarlos y, en ocasiones, destinar muchas horas. En los colegios los profesores están cogidos. No pueden hacer más. A las cinco se acaban las clases, cada uno a casa y, encima, en la sociedad actual los chicos tienen lo que quieren. Entonces, ¿para qué estudiar? Tienen que aprender que la disciplina es esencial. En esto es en lo que más insistimos en la academia. Es fundamental crear un hábito y una disciplina de trabajo.

¿Hay más problemas entre los niños de la enseñanza pública o de la privada?

Pese a lo que se pueda pensar, da igual. Aquí nos vienen alumnos de los dos sitios y no percibimos diferencias de nivel. Pondría un instituto o dos por delante, pero donde sí hay más nivel es en los institutos europeos, en el Newton o en el Liceo. Cuando un alumno nos viene de estos centros, en el 95% de los casos viene a trabajar, a coger la base que le falte de alguna asignatura, pero se lo toma más en serio. Muchos de los alumnos se alegran si un día llegas tarde, mientras que los de estos otros centros se mosquean porque lo están pagando. Tienen una disciplina de trabajo y eso a la larga se nota, además del nivel de los idiomas, claro.

¿Son muchos los padres que recurren a las academias para ayudar a sus hijos con los deberes ante la imposibilidad de ayudarles al estar trabajando?

Sí, aunque nosotros no les hacemos los deberes, les ayudamos, pero no se trata de que el niño se vaya con el trabajo a casa. Aquí se trata de perfeccionar la base y ayudarle en cuestiones puntuales, pero el alumno tiene que aprender a trabajar y asumir que tiene que hacerlo.

Con la crisis y los recortes hay menos recursos, menos profesores, masificación... ¿Va a traer muchos problemas?

En los colegios e institutos, desde luego, es el temor que se tiene, y más con el sistema pedagógico actual. Es que, si hay una clase masificada, pero hay autoridad, la clase se puede dar igual. El problema aumenta cuando hay muchos niños y pocas posibilidades de aplicar la disciplina. Yo, cuando viene un papá a la academia le explico cómo trabajo y si le va bien, bien, y si no, adiós. Pero es que en el colegio público el profesor no puede levantar la voz ni una vez. Nosotros tenemos a niños que vienen del colegio con problemas y aquí se convierten en niños encantadores en cuanto ven que hay una autoridad. Hay casos de niños que llegan al instituto y, aunque quieren estudiar, si está en una clase problemática se dejan llevar por el ambiente para no convertirse en el chivo expiatorio de la clase. Eso no se puede consentir.

¿Qué les parece la suspensión de los exámenes de septiembre?

Tanto cambio no es bueno. Hay que buscar un sistema eficiente y mantenerlo. A mi modo de ver, lo que es aberrante es que los niños lleguen a la Universidad sin estar preparados, que a veces se les facilite el paso de curso de una manera pasmosa. Llegan muchos sin nivel. Por ejemplo, el contenido de un libro de séptimo de la vieja EGB es el que ahora hay dos cursos más arriba. El nivel va bajando. Cada día hay más problemas de expresión, de cálculo, de ortografía. Hay menos nivel y hay menos disciplina, y no se puede dar una vuelta atrás porque entonces se tiraría la gente encima, pero la huida hacia adelante no funciona. Se quieren aplicar criterios como otros países como Finlandia y aquí la mentalidad no es la misma. La educación se debería pactar y marcar una línea duradera y no cambiar los planes cada cinco años.

¿Las nuevas tecnologías son positivas para la educación?

Bien aplicadas podrían ayudar y mucho, pero eso tendría un coste del que no se dispone. Con el ordenador hay muchos que se limitan al "copia y pega", manejan el ordenador, pero no les sirve para aprender. Te encuentras con niños que no saben ni buscar una palabra en un diccionario. Las nuevas tecnologías podrían ser muy útiles, pero hace falta dinero y tiempo; por ejemplo, si el alumno pudiera estar más conectado con el profesor, pero, tal como está planteado, no creo que sirvan para mejorar la educación.