Marchó a Alemania cuando la vida en España era relativamente cómoda, nada que ver con la situación socioeconómica que atraviesa en la actualidad el país. Hizo las maletas allá por 2004, cinco meses después de terminar la carrera de Ingeniería Aeronáutica en Madrid. Se marchó con el ánimo de tener al alcance de su mano un sueño casi utópico: trabajar en la Agencia Espacial Europea (ESA). Ahora, Mamen es la envidia de familiares y amigos. "Disfruto de una calidad de vida impensable de no haberme venido entonces a Alemania". Y en dos meses, cambiará su actual residencia en Darmstadt, una ciudad cercana a Fráncfort, por la cosmopolita Múnich. El proyecto Galileo, el GPS europeo, ya le espera.

A los 17 años dejó su Elche natal para instalarse en Madrid, donde cursó Ingeniería Aeronáutica, "una carrera que no recomiendo a nadie, es demasiado dura". De hecho, para recordar su etapa universitaria, adapta una conocida expresión: "Dicen que la vida del estudiante es la mejor, sí, pero no será la del aeronáutico".

Y tras completar su formación, toda ella becada por el Gobierno, comenzó su intensa búsqueda de empleo. "Me gradué el 9 de marzo de 2004, recuerdo la fecha a la perfección porque fue apenas dos días antes de los atentados del 11M en Madrid. Al terminar la carrera, empezó la búsqueda activa de trabajo. Duró cinco meses, pero se me hicieron eternos".

En primer lugar, apostó por las compañías de aeronaves, dejándose llevar por su especialización académica. "Eche currículums en España, ya que mi idea era quedarme en mi país. Pero una amiga me comentó que en Alemania podría tener alguna oportunidad. Y no me lo pensé, pese a no conocer ni una palabra del idioma".

Esos cinco meses de búsqueda de trabajo -en los que compatibilizó la entrega de currículums con un voluntariado en Cruz Roja- concluyeron en agosto de 2004, cuando se instaló en Darmstadt, una localidad de apenas 150.000 habitantes situada en la zona occidental de Alemania.

"Una empresa española, que trabajaba para la Agencia Espacial Europea me dio una oportunidad, que no tarde en aceptar. Fue una decisión que me cambió la vida. De repente, en mi primer trabajo como ingeniera, me vi en el equipo de la Agencia Espacial Europea. Era un sueño hecho realidad".

En su primer día de trabajo, "el 2 de agosto de 2004, lunes", estaba en una auténtica nube. "Mi inglés no era muy fluido y no conocía nada de alemán, así que tuve un poco de miedo. Pero me duró dos meses, no mucho más".

En el año 2009 cambió de empresa, aunque su lugar de trabajo apenas se trasladó unos metros. "Dejé de cotizar en España para hacerlo en Alemania. Creo que cada cierto periodo, unos cuatro años, hay que cambiar de trabajo, para evolucionar y no estancarte".

Ahora, ocho años después de poner pie en suelo germano, Mamen se ocupa del control de tres satélites, Integral, XMM-Newton y Gaia. Aunque pronto volverá a cambiar. "He aceptado una oferta para trabajar en el proyecto Galileo, un sistema independiente de navegación por satélite. En diciembre, me voy a Múnich".

Ya empieza, por tanto, a despedirse de su actual ciudad. Admite que allí echa de menos el mar... Y también el sol, "porque sólo se deja ver 60 días al año". Por ello, dice, viaja mucho, "hay que buscarse cosas para hacer porque si no te deprimes". "Me da cierta pena dejar Darmstadt, porque ya tengo una vida hecha aquí. En estos años, no obstante, he intentado mantenerme muy unida a mi país. En el trabajo, soy la encargada del videoclub español, que actualizo cada curso con una treintena de películas. Estoy muy agradecida a España, ya que me pagó mi carrera con becas, pero ahora no me planteo volver. Mis amigos se están buscando la vida y cada semana, más o menos, otro más se marcha de España para trabajar".

"Su marcha de España no fue traumática, iba a disfrutar de una gran oportunidad laboral"

"Estoy realmente contenta de ver que ha hecho realidad un sueño, trabajar en la Agencia Espacial Europea", asegura Carmen Román, madre de Mamen Lozano, para quien tener a su hija en Alemania desde hace ocho años supone casi una bendición: "En su momento, todos nos sacrificamos para que ella y su hermano tuvieran una preparación universitaria. Ahora, ambos estan fuera de Elche. La marcha de Mamen a Alemania no fue nada traumática, se iba para disfrutar de una gran oportunidad laboral que España nunca le iba a ofrecer".

Con la facilidad de las comunicaciones, Carmen Román admite que siente "muy cerca" a su hija. "Hablamos mucho por teléfono. Ella siempre ha sido muy fuerte, y así me lo ha transmitido. Nunca he estado preocupada por ella, estaba muy animada. Aunque eso también es contraproducente, porque cuando un día escucho cómo llora por teléfono sé que algo importante sucede".