La iniciativa privada está permitiendo al Banco de Alimentos cubrir la creciente demanda por parte de personas en situación de pobreza en la provincia de Alicante debido a la crisis económica. Esta ONG recibe cada mes cerca de 40 toneladas de comida procedente de empresas de la provincia y de otras autonomías vecinas. Incluso en agosto, que suele ser un mes en el que la entidad cierra sus puertas debido a la falta de trabajo, se han recibido este año cerca de 20 toneladas de comida.

Una aportación que, de momento, está compensando el recorte que este año se ha producido en los fondos procedentes de la Unión Europea, que hasta el momento eran la principal vía de abastecimiento para esta institución que tiene presencia en todas las provincias españolas. Estos fondos europeos se han reducido este año a la mitad tras una sentencia por la que, a petición de Alemania, se limitan los alimentos destinados al Programa Europeo de Ayuda a los más Necesitados (PEAD). De hecho, el escenario ha cambiado y los fondos que llegan al Banco de Alimentos de Alicante desde entidades privadas «igualan ya a los que nos envían desde Europa», explica Juan Vicente Peral, director de esta ONG en la provincia. Estas aportaciones de empresas «están suponiendo todo un respiro para nosotros, sobre todo cuando la demanda de alimentos por parte de personas en situación de exclusión no deja de crecer, este año ya lo ha hecho en un 10%», afirma Peral.

Esta ONG presta ayuda, a través de más de 200 asociaciones de menor tamaño, a cerca de 40.000 personas (11.000 familias) en toda la provincia, que reciben productos de primera necesidad como cereales, leche o aceite. Las empresas que están colaborando con el Banco de Alimentos son «en su mayoría plataformas logísticas que almacenan y abastecen a supermercados y grandes almacenes y que nos hacen llegar productos que están próximos a caducar, por lo que no da tiempo a llevarlos a las superficies comerciales y ponerlos a la venta».

En esta entidad benéfica «nos movilizamos para que estos alimentos, principalmente productos lácteos, lleguen en pocas horas a las familias que más los necesitan».

Gracias a la aportación de estas empresas privadas, además, se está ampliando la gama de alimentos que se distribuyen entre las familias. «Hemos recibido mermelada, atún, quesos, yogures, batidos... Alimentos que nunca habíamos visto aquí. Está siendo una satisfacción enorme», sostiene Peral. El pasado mes de julio el Banco de Alimentos repartió 280 toneladas de comida procedentes de los fondos europeos y correspondientes a la primera fase de 2012. «Entre septiembre y octubre haremos un segundo reparto de alimentos», añade.

Las asociaciones receptoras son de dos tipos: las que cocinarán estos alimentos para ofrecérselos a personas en situación de necesidad, como residencias o comedores sociales, y las que reparten posteriormente los productos, organizados en lotes, a las familias necesitadas. Estas agrupaciones se encargan de llevar un censo de las personas que están en situación de necesidad y que son candidatas a recibir estas ayudas.