­"Tengo quince años por delante de hipoteca, así que parece que no tengo mucha intención de volverme a casa". Laura Martínez se reconoce una persona afortunada. "Viendo cómo están las cosas por España, creo que he tenido mucha suerte en mi vida". Sólo hace falta echar un vistazo a su ajetreada agenda para comprobar que no tiene tiempo para aburrirse.

En la actualidad, reside en Mâcon, una pequeña localidad próxima a Lyon, a donde llegó en 2008. "Me costó encontrar mi primer trabajo, pero ahora tengo tres: Uno principal en una empresa vinculada al diseño industrial y dos más, a modo de colaboración, como traductora para una revista india en París y como profesora de español".

Laura se licenció en Traducción e Interpretación de inglés por la Universidad Jaume I de Castellón. "Me faltó nota para entrar en Alicante y me fui al norte de la Comunidad. Allí cursé la carrera, excepto un año que estuve de beca Erasmus en Lyon, ciudad que elegí porque el francés era mi segundo idioma en la universidad y necesitaba mejorarlo", relata Laura desde su nueva casa en Mâcon, que comparte con su pareja, un joven francés, informático de profesión.

"Mi primera experiencia fuera de España me sirvió de mucho, sobre todo para quitarme los miedos de volver, dos años después, a dejar mi país para poder encontrar trabajo".

Concluido el año como Erasmus, Laura regresó a Castellón para concluir la carrera. Aunque las prácticas le devolvieron a tierras francesas más pronto de lo imaginado. "Quise buscar alguna empresa para trabajar, y no sólo en Alicante o Castellón sino en todo el país, pero no encontré nada interesante. Así que me planteé volver a Lyon, donde residía mi pareja, a la que conocí durante mi curso de becaria".

Y así lo hizo. Avisó en casa y volvió a hacerse la maleta. No tenía fecha de regreso, aunque por su cabeza sí pasaba volver a Alicante. "Llegué a Lyon en marzo de 2008, es una fecha que no se me olvida. Y los inicios no fueron como pensaba. Me costó mucho encontrar un trabajo, aunque luego todo fue rodado".

Echó más de sesenta currículos para trabajar como traductora de inglés-español. Pero el éxito tardó en llamar a su puerta. "De todas las cartas que envié, sólo recibí una respuesta. Al abrir el sobre, leí: ´Esta dirección ya no existe, reenvío al remitente´. Fue un bajón, porque pensé que la única respuesta iba a ser algo más positiva de lo que fue".

Entretanto, Laura trabajó en lo que le salía. "Necesitaba conseguir algo de dinero, sentirme útil y conocer gente, así que estuve de azafata para eventos. Además, estos trabajos me sirvieron para mejorar mi nivel de francés".

Y justo dos meses después de llegar a Lyon, recibió dos ofertas de trabajo. "De no tener nada, pasé a encontrarme con dos trabajos". Primero contactó con ella su actual empresa, que combina la informática con el diseño industrial, y en la que Laura se dedica a la traducción de textos al español. Su contrato de carácter indefinido le llevó a cambiar de ciudad. "Mâcon está a una hora en tren de Lyon, y me cansé de viajar dos horas todos los días. Así que me cambié de casa, pasé de compartir piso con amigos a vivir con mi actual pareja, que trabaja en mi empresa como informático".

Pero no le bastó con su horario de oficina €de 8 a 12 y de 14 a 18 horas€, de forma que se embarcó en el proyecto de una revista india editada en París. "Para ellos trabajo desde casa, me envían los textos y yo los traduzco del inglés y francés al español. Pero es un trabajo menos pautado".

Y a falta de dos trabajos, este enero, le llegó una tercera ocupación. Bueno, en concreto, la buscó: "Quería probar a dar clase, y me surgió una oferta en una asociación. Allí estoy apenas dos horas y media a la semana con alumnos ya jubilados. Me sirve para practicar el español, que aquí no lo hablaba para nada".

De Alicante, admite, echa de menos el clima. "Mâcon es una ciudad gris, en la que apenas brilla el sol. Cuando vuelvo a casa, voy en busca de sus rayos aunque sea Navidad".

Cristina Rico, madre de Laura

"Tenemos unas fechas fijas para vernos: en Navidad y verano, viene Laura a Alicante; y luego intentamos vernos dos veces más durante el año. En abril, para nuestros cumpleaños, tenemos el ´fin de semana de chicas´, en el que nos encontramos en alguna ciudad €no tiene por qué ser en Mâcon€ y nos ponemos al día", explica Cristina Rico, madre de Laura, que reside en Alicante junto a su marido, Tomás.

Reconoce que siempre ha alentado a su hija a que viva nuevas experiencias. "Cuando se fue a Francia no notamos mucha diferencia, ya que ella había estudiado fuera, en Castellón. Ya estábamos acostumbrados a que viviera lejos de nosotros. Nos hemos ido haciendo a la idea, poco a poco, de no tenerla junto a nosotros", relata Cristina, quien llevó con tranquilidad los meses en los que Laura, ya instalada en Francia, buscaba sin éxito trabajo: "Se fue de España porque no tenía ni expectativas. El tiempo que tardó en encontrar trabajo lo llevamos bien, tranquilos, con la seguridad de que le iba a salir alguna buena oportunidad laboral".

Sin embargo, el momento clave de la experiencia de Laura en Francia, que ya se prolonga más de cuatro años, llegó con la compra de la casa. "Es nuestra hija y le apoyamos en su decisión, pero fue un shock, porque sabíamos que eso ya era un punto de unión más sólido con su país de residencia", añade Cristina, que en unos días recibirá la visita de su hija: "Tocan las vacaciones de verano. Son sagradas".