­"Mi madre me envía a Francia turrón de Jijona y peladillas de Alcoy para que reparta entre mis alumnos. Y les encanta. También les gusta mucho mi arroz con magro y garbanzos". Iván Boix, licenciado en Filología francesa por la Universidad de Alicante, imparte clases de español en un colegio internacional en Lille desde hace tres años. "Me fui de España justo cuando la crisis empezaba, supe que tenía que salir a buscarme la vida", asegura Iván, de vacaciones en Alicante hasta el inicio del curso escolar.

"Me decanté por Filología francesa porque me gustaba esa lengua y esa literatura", relata Iván, que disfrutó de una beca Erasmus en Montpellier. "La experiencia fue positiva, aunque me costó aclimatarme a la administración francesa y, sobre todo, al sistema universitario, que es bastante peor que el nuestro".

De vuelta a Alicante y transcurrido un año en el que acabó la licenciatura, Iván cursó el Máster en Profesorado de Secundaria con un marcado objetivo: "Me quería dedicar a la docencia". Los problemas surgieron una vez concluido su paso por la universidad. "Me preparé para ser profesor, pero empecé a olerme la crisis. La Generalitat cada vez convocaba menos vacantes, así que opté por pedir una beca al Ministerio de Educación y probar fuera".

Iván acabó como asistente de conversación en Lille. "Tú pides el país, pero luego ellos te destinan a una ciudad. Las preferencias pasan por el sur, pero a mí me tocó el norte, casi en la frontera con Bélgica".

Tras un curso como ayudante en las clases de español en un instituto público en Lille, Iván tuvo que decidir: "¿Qué hacía? ¿Me volvía a Alicante a prepararme las oposiciones, con unas opciones de éxito más que remotas, o me intentaba quedar en Francia, tras haber vivido una experiencia más que agradable? Tiempo para volver siempre hay, así que opté por la segunda vía".

Iván, que en abril de ese 2009 concluía su beca, empezó dos meses antes a echar currículos. "Escribiría a mano unas 150 cartas de presentación, como es costumbre en Francia. Las repartí por Lille, pero también por el resto de Francia, incluso por Bélgica, Luxemburgo y Suiza. Me llamaron de un colegio internacional de Lille, ofreciéndome 16 horas semanales [el máximo son 18]. Así que acepté".

Así, Iván, ya ha cumplido su tercer curso académico como profesor titular en Francia. "No me deja de sorprender que los alumnos me llamen ´señor´ y se pongan en pie cada vez que entro en clase".

De la ciudad, que tuvo pasado español siglos atrás, destaca su carácter cosmopolita, la buena comunicación con grandes capitales como París o Bruselas y el buen funcionamiento del transporte público. "Estoy muy a gusto en Lille. Ahora ya vivo solo, después de estar varios años compartiendo piso con profesores de otras nacionalidades".

Ya adaptado al ritmo de vida de la localidad francesa, Iván se plantea prepararse las oposiciones en el país. "Mi intención es quedarme aquí. ¿Para qué voy a volver? Mucho tendría que cambiar la situación para que hiciera de nuevo las maletas. Me da mucha pena ver España así. Ahora, mi vida pasa por Lille. Así que quiero opositar a una plaza pública en Educación, para tener mayor seguridad laboral, ya que ahora renuevo mi contrato con el Estado francés cada año".

Tenga o no suerte, trabajo sabe que no le faltará. "El español está en auge en Francia". Y Alicante, gracias a él, también. "A mis alumnos les doy a probar peladillas, turrón, arroz... Y mi clase está decorada con un póster gigante de la Explanada. Y durante la última temporada del Hércules en Primera, hice seguidores del equipo a mis alumnos, que tenían el aliciente de que Trezeguet jugara en Alicante. La tierra marca. Pese a la distancia, nunca se olvida".

José Luis, hermano de Iván

"La que peor lleva su ausencia es nuestra madre, Concepción", admite de entrada José Luis Boix, hermano mayor de Iván. Reconoce que fue de los primeros que animaron a Iván a salir fuera, a buscar oportunidades en otros países, a abrir puertas a la vez que su país empezaba a cerrárselas. "Le dije que se marchara a Francia porque era el lugar idóneo para su preparación académica, sobre todo ya que veía que en España la situación iba a empeorar. El tiempo, por desgracia, me ha acabado por dar la razón", asegura José Luis, enfermero de profesión en Alicante.

Reconociendo que la distancia es el peor enemigo, se muestra satisfecho por la situación personal y laboral de su hermano, afincado en Lille desde 2008: "Claro que nos gustaría estar todos los días con él, y más a mi madre, pero también nos gusta verlo bien, contento, con un trabajo acorde a sus estudios y una vida desahogada. Prefiero tenerlo a cientos de kilómetros, a que esté en Alicante, parado y desesperado por encontrar algún trabajo de escasa cualificación por el que le pagasen, en el mejor de los casos, una cantidad mínima. Sólo hay que ver los dramas que se viven a nuestro alrededor para dar gracias por la situación de mi hermano. Y todo porque en su momento demostró la valentía suficiente para marcharse fuera".

Las vacaciones, dice, les permiten recuperar el tiempo perdido. "Por suerte, cuando tiene un hueco, viene y lo disfrutamos juntos".