Once de la mañana en la calle principal de la Torre de les Maçanes. Los niños juegan en la calle, los vecinos se sientan en las terrazas de los bares a almorzar, la panadería y la carnicería atienden a los clientes y los repartidores suministran la mercancía.

Esta era la estampa ayer en el pequeño municipio de L'Alacantí. Cuarenta y ocho horas después del incendio que ha arrasado unas 600 hectáteas y que se ha cobrado la vida de dos personas, el pueblo recuperaba la calma y retomaba la rutina diaria.

Una rutina únicamente rota por el trasiego de los camiones de bomberos por la carretera y de los helicópteros sobrevolando la zona para descargar agua. Eso sí, las conversaciones de unos y otros giraban en torno a esta catástrofe y los periódicos eran lectura obligada y se iban pasando de mano en mano.

Pilar Sánchez, que regenta una carnicería, afirmaba que la gente ya estaba "más tranquila", pero que nadie podía olvidar las dos muertes: "Estamos todos muy consternados por las dos personas que han fallecido y por el desastre ecológico". Sánchez añadía que en el pueblo no hay nadie que no conozca a algún afectado por el incendio, ya que las propiedades "están muy repartidas, son casi todo minifundios".

Al lado de la carnicería, junto al olivo, un grupo de jubilados hablaba de los efectos de la crisis económica y de la mala situación que vive el país. Pero nada más ser preguntados por este medio sobre el incendio, se lanzaron a opinar. "Lo que ha pasado aquí es por no haber hecho el trabajo bien en el invierno, con cortafuegos y limpieza de los caminos", explica Tomás Ivorra. Para él y sus compañeros de tertulia, está claro que "la vida sigue, pero el entorno tardará años en recuperarse y nosotros no lo veremos, el pulmón de Alicante se ha quemado".

Unos metros más adelante, en uno de los bares de La Torre de les Maçanes, las terrazas estaban llenas de clientes. Uno de ellos, Silvestre Jordá, afirma que todo el pueblo está "continuamente" hablando de "esta desgracia. Estamos tranquilos, pero no olvidaremos nunca a los muertos, a ellos no los podemos recuperar".

Mientras los camiones hacían su labor diaria de carga y descarga de productos , en otro de los bares, la encargada, Ana, aseguraba que los vecinos "comentan mucho el asunto, es normal, pero, poco a poco, todo está volviendo a la normalidad".

Los restaurantes sí se han visto afectados por la suspensión de les Festes dels Fadrins, ya que muchos clientes han anulado las reservas para hoy, día grande de las celebraciones, pero entienden y apoyan la medida, al igual que el resto de vecinos: "Nos parece muy bien que se hayan suspendido, no estamos para fiestas".