Lo que está sucediendo este verano en los montes de la Comunidad Valenciana, y sin ir más lejos este pasado domingo en La Torre de les Maçanes, Penàguila y Benifallim, no es otra cosa que la crónica de un desastre anunciado. INFORMACIÓN ha venido advirtiendo de forma insistente a lo largo de los últimos meses que la escasez de medios de extinción y la nula inversión por parte del Consell en materia de prevención de incendios habían convertido las sierras en un auténtico polvorín. Ahora, con la perspectiva que da el tiempo, se puede afirmar que estas advertencias no iban tan desencaminadas, a la vista de las catástrofes forestales de Cortes, Andilla, Mariola y ahora La Torre de les Maçanes.

Una confluencia de factores negativos anticipaban en las semanas previas que esta iba a ser una campaña estival especialmente complicada en materia de incendios forestales. Las desfavorables condiciones meteorológicas, con una primavera sin lluvias, habían secado la vegetación, y además el verano se anticipaba caluroso, como así ha sido.

Pese a ello, este diario destacaba que la Generalitat ya lleva dos años sin invertir en tareas preventivas y de mantenimiento en los montes. Salvo en los parques naturales, que cuentan con un presupuesto y medios propios, en el resto de la superficie forestal, que viene a suponer un 90% del total, no ha habido presupesto para el mantenimiento de cortafuegos y fajas auxiliares o el arreglo de caminos. Tampoco se han convocado ayudas para la limpieza de las sierras, lo que ha influido directamente en que la gran cantidad de troncos y ramas rotas que dejó la nevada de hace tres inviernos sigan acumuladas en el mismo sitio, y de manera muy especial en la zona que se ha visto afectada por el incedio de La Torre de les Maçanes, Penàguila y Benifallim.

La Generalitat, asimismo, no ha convocado este año las brigadas PAMER -cuyos integrantes se encargaban de desbrozar los solares de las inmediaciones de los cascos urbanos-, al tiempo que por segundo año consecutivo sólo se ha contratado una brigada forestal de refuerzo frente a las nueve que había en 2010 en la provincia.

Este periódico también ha recogido las críticas de sindicatos y agrupaciones ecologistas, en el sentido de que el Consell estaba fiándolo todo a la suerte, confiando en un verano como el del año pasado, en el que hubo pocos incendios.

Sin embargo, los desastres se han ido encadenando esta campaña estival, primero con la catástrofe forestal de Cortes y Andilla, en Castellón y Valencia, que se llevaba por delante 49.000 hectáreas, y más reciente, en lo que respecta a la provincia de Alicante, con las 500 hectáreas arrasadas en el parque natural de la Sierra de Mariola y las 600 ahora en La Torre de les Maçanes, Penàguila y Benifallim.