Incapaz de controlar la evolución de sus cuentas, de contener el déficit y asfixiada por las deudas, la Generalitat se convirtió ayer en la primera autonomía que se acoge al fondo de rescate creado hace una semana por el Gobierno. La intención del Consell es financiarse con una inyección de liquidez, aún sin concretar, de entre 2.000 y 3.000 millones que le permita cumplir con los bancos y también, aunque aún a expensas de una negociación, saldar la factura farmacéutica. A cambio, el Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, tendrá la potestad de tutelar mensualmente las cuentas de la Comunidad y exigirá apretar un poco más el cinturón del ajuste.

La decisión, anunciada por el vicepresidente José Císcar al término de la reunión que el Consell celebró en Altea, desató la histeria de los mercados, que desconfían de la realidad de las cuentas autonómicas. La prima de riesgo marcó máximos históricos al rebasar, por vez primera, los 60o puntos básicos -muy por encima del tope en el que la UE rescató a Grecia, Irlanda o Portugal- y la Bolsa se hundió un 5,82%, la mayor caída del año.

Justo el día en el que se cumplía un año de la dimisión de Francisco Camps arrastrado por los efectos de la operación Gürtel y cuando se cumplen tres décadas de la aprobación del Estatuto, la Comunidad vivió otra jornada crítica para su autogobierno. Hace doce meses, la renuncia de Camps alimentó la crisis institucional -hoy todavía más grave- con la corrupción como principal exponente después de cuatro mandatos con ejecutivo del PP. La llamada de socorro financiero que el Consell lanzó ayer a Mariano Rajoy es la herencia envenenada que Camps legó a Fabra y el epílogo de un modelo de gestión basado en los fastos, los dispendios en grandes eventos y el descontrol de la burbuja inmobiliaria que deja a la Comunidad sin margen de maniobra y a punto de caer al precipicio.

La crítica situación financiera de la Generalitat con más de 2.800 millones pendientes de pago a los bancos en la segunda mitad del año y con impagos a farmacias, municipios y entidades, pone a la administración autonómica cerca de una intervención, que sería el próximo paso en el caso de que la situación de la Comunidad se agravará todavía más. En rueda de prensa, el vicepresidente José Císcar, sin respaldo ni del conseller José Manuel Vela -jefe de la Hacienda autonómica- ni tampoco del titular de Economía Máximo Buch, desveló la decisión de acogerse al fondo de liquidez en un "momento de dificultad" y ante la imposibilidad de acceder a crédito con los mercados de deuda cerrados a cal y canto. Císcar no especificó el dinero que pedirán.

Con el anuncio, la prima de riesgo cogió velocidad de crucero hasta máximos históricos, la Bolsa se desplomó y la noticia, incluso, se convirtió en la "estrella" del Consejo de Ministros. Hasta el punto que Montoro tuvo que hacer frente a la cuestión. Primero lo negó. "No sé de dónde sale eso", aseveró. Pero, sin embargo, pocos minutos después, tuvo que admitir que el Consell se adhería al mecanismo de liquidez lo que, advirtió, "obligará a nuevas condiciones" a la Comunidad.

Mientras Fabra era recibido con lanzamiento de huevos en Guardamar y en medio del caos, a Císcar no le quedó otra salida que intentar amortiguar el golpe con la semántica. Inicialmente, lo hizo a través de su perfil en la red social Twitter: "La Comunidad no ha tenido ningún rescate. Se acoge a un mecanismo de financiación al que acudirán más comunidades autónomas en los próximos días, sin más ajustes". Un eufemismo que contradice, por un lado, las condiciones marcadas en el BOE, que obligan a recortes por el volumen de las cantidades solicitadas. Pero que también obvia que la petición económica del Consell puede acercarse a una quinta parte del total de la dotación del fondo de liquidez.

En una nota posterior, la Generalitat insistió en negar el término rescate al mantener, apunta, su autonomía sobre las decisiones económicas. Admite, no obstante, que el Ministerio de Hacienda solicitará el cumplimiento de las condiciones previstas en el mencionado fondo de rescate.

"La Comunidad sigue trabajando para continuar reduciendo el déficit público y contribuir con ello a que España pueda cumplir su objetivo", reza la nota. La mecha ya estaba encendida y la prima de riesgo no se relajó para cerrar la jornada con récord de 610 puntos. La petición de rescate al Estado es el último episodio de una situación insostenible que arrancó en enero cuando la Generalitat recurrió a una ayuda de Madrid para pagar un préstamo y que luego se agravó cuando la Generalitat solicitó créditos del ICO para poder hacer frente a sus deudas. La resistencia llegó al límite.