Menús más baratos, música grabada y portadas más modestas. La mayor parte de las setenta barracas repartidas por la ciudad han tenido que rebajar sus gastos para compensar la reducción en el número de socios de los últimos años, algo inevitable teniendo en cuenta que participar en una barraca tiene un coste de entre 600 y 1.500 euros por socio que salen en su mayor parte del bolsillo de los festeros y en menor medida, de la venta de lotería. "Hemos podido montar la barraca de milagro", señalaba ayer Antonio Moya de "Comencen de nou" de Plaza Mediterráneo, ya que de los 25 socios con que llegaron a contar, en la actualidad mantienen 11. "Lo que hacemos es buscar barras baratas con menús, y recurrir a un equipo de música, porque una orquesta es imposible".

Aún se apañan con menos los miembros de "Amics y festa" de Carrer Sant Vicent, cuyo presidente Manuel Irles, indicaba ayer que "hemos pasado de 14 a 8 socios. Es muy poco y por eso hemos tenido que prescindir de camareros. Nosotros compramos la comida y contratamos cocineros porque nos resulta imposible contratar una barra". Al preguntarle si tienen orquesta se ríe. "Imposible. Una orquesta cuesta por lo menos 6.000 euros y eso es inasumible, pero nos lo pasamos igual de bien". Los ocho socios de "Es Farà lo que´s podrà", de Juan XXIII, también saben lo que es mantener la barraca con apreturas, "pero nos lo pasamos de maravilla. Somos como una familia, todos amigos y no queremos renunciar a estos días", señalaba ayer la presidenta Mercedes Roselló.

Quien andaba ayer algo pesimista es Juan Carlos Gil, presidente de la barraca de la Rambla "Tres dies de gloria". "Esta barraca lleva 30 años en la Fiesta pero no sé si vamos a poder seguir el próximo año porque trabajamos muchísimo pero no tenemos dinero". Gil señalaba que "hemos hecho un pedazo de portada pero ha sido recurriendo a amigos, con un hombre que por hacernos el favor ha venido a propósito de Rumanía". En esta barraca llegaron a ser 25 socios pero ahora sólo hay ocho "lo que nos ha obligado a alquilar alguna mesa" para diez personas por 500 euros.

Los recortes llegan incluso a barracas de las de más solera como Els Chuanos, en Alfonso el Sabio. "La crisis no se nota porque tenemos sentido del humor y se trata de convivir", ha señalado su presidente Antonio Cano, "pero hemos tenido que recortar un poco de todo proporcionalmente". La barraca, sin embargo, ha conseguido mantener todas sus actividades incluido su premio literario y mantiene a un disc jockey para amenizar la fiesta.

También "Canyaeta Peixet", de el Puerto, ha reducido sus gastos, aunque mantiene 29 socios que aportan 1.500 euros cada uno lo que les permite tener un restaurante montado con sus camareros y sus manteles y disponer de dos orquestas; una menos, eso sí, que el año pasado.

Aunque en la mayor parte de barracas ha habido una reducción del número de socios, se da el caso de alguna que está logrando crecer. Es el caso de "Els vint en Copes", de Mercado Central, que ha pasado de siete socios el año pasado a 26 este. ¿Cómo? Sus miembros señalan que "con una renovación total e involucrando a nuestros hijos para que participen y vean la barraca como algo suyo y no como la barraca de sus padres". Así, por ejemplo, hoy tienen programa una fiesta de mojitos, y mañana celebran una guerra de merengues, actividades organizadas por los jóvenes.

En cuanto a los racós, también han sufrido la crisis aunque algunos como el de Hernán Cortés están disfrutando de un gran auge debido a una presencia cada año mayor de jóvenes. Muchos racós han recurrido a publicitar sus mesas e incluso a ofrecer descuentos o pago aplazado como en el caso del Passeig de Gomis.