David Cerdán tomó ayer el relevo de Ana Barceló como secretario provincial del PSOE. El edil de Aspe preveía un congreso plácido, sin demasiadas tensiones y alejado de cualquier tipo de disputa. Todo estaba pactado. Hasta ayer, de hecho, solo quedaba por despejar la incógnita de quién sería la presidenta provincial del partido. Y a priori, esa negociación no amenazaba con quebrar el acuerdo que ya habían sellado todas las familias socialistas, con lermistas y afines a Pajín al frente. Pues bien, esa tranquilidad amenazó con difuminarse. Y no precisamente por el apoyo que recibió Cerdán. Al filo de las 16 horas, la mesa dio su veredicto. Su candidatura obtuvo un 83,78% de los votos. De los 234 delegados acreditados, 222 emitieron su sufragio. 186 a favor y 36 en blanco. La jornada, de momento, no podía transcurrir mejor para él.

Sin embargo, el pero llegó. Lo hizo por la tarde, cuando se tuvo que votar a la ejecutiva. Y ahí, el apoyo ya no fue como el de horas antes. Solo votaron 169 compromisarios -65 prefirieron no hacerlo-, con 138 papeletas con el sí, 21 en blanco y 10 nulas. En total, el nuevo equipo de dirección contó con el beneplácito de solo el 59% de los delegados acreditados. O lo que es mismo, 96 delegados decidieron no otorgarle su confianza.

Parte de la explicación de ese exiguo porcentaje de apoyos pudo estar en los sufragios nulos. Según tuvo constancia este diario, más de la mitad de ellos criticaban con dureza la inclusión de Antonio Amorós en la ejecutiva, tal y como ya adelantó ayer este diario. "Fuera corruptos", rezaban hasta un mínimo de seis papeletas. El exportavoz socialista en la Diputación, imputado en Brugal, se hará cargo de la Secretaría de Coordinación Provincial de Política Municipal por petición expresa de Cerdán. Esa decisión levantó ampollas en el congreso y ayer fue uno de los temas más comentados. Mientras, el líder del PSPV, Ximo Puig, fue incapaz de aclarar si Amorós está imputado -que sí lo está-, aunque recordó que su partido aplica "tolerancia cero con la corrupción". De su inclusión en el equipo de dirección, se limitó a apuntar que era una decisión que competía al congreso. Nada más.

Al margen del posible voto de castigo, resulta sorprendente que la ejecutiva no obtuviera más respaldo. Sobre todo, teniendo en cuenta que en ella se integraron los distintos clanes del socialismo alicantino. La parte principal del pastel se la repartieron los lermistas y los seguidores de Pajín. Pero también tuvieron una presencia destacada el postalartismo y los seguidores de Francesc Romeu. Y claro, para contentar a todos, tocó estirar y estirar la ejecutiva hasta dejarla en 59 miembros. A ella, por cierto, accedió la exnúmero tres del PSPV y portavoz socialista en el Ayuntamiento de Alicante, Elena Martín. Asumirá la Secretaría de Relaciones y Coordinación Institucional.

Para que ningún sector se sintiera agraviado, los socialistas alicantinos decidieron, además, crear una presidencia honorífica que fue a parar a Juana Serna. Julia Menargues, de Mutxamel, se quedó al final como presidenta. Y todos contentos.

El congreso de ayer fue nominalista y se finiquitó sin una sola idea sobre la mesa para salir de la crisis. Sí que hubo dos comisiones de trabajo, pero de una de ellas no se pudo dar cuenta porque su responsable no estaba en la sala cuando debía explicar qué se había acordado.

La cita provincial la cerró la mano derecha de Rubalcaba, Elena Valenciano, alertando de que la UE "está en peligro de desintegración" si varios países abandonan el euro.