Usted habla de la importancia de la confianza en estos tiempos.

Sí. Es importante que nos demos cuenta de que la confianza es fundamental y que está en nuestra mano fomentarla empezando por el interior de cada uno. Hay que desarrollar la autoestima y así, partiendo de la confianza personal, seguir por la confianza en las relaciones y luego en la empresa.

Y eso, ¿cómo se hace?

Hay una serie de pautas o premisas para hacer una prospección, conocer el efecto del espejo y trabajar individualmente. Sobre el efecto del espejo hay un ejemplo muy claro en una foto de un gato que se ve en un espejo como si fuera un león. Uno tiene que sentirse como un león aunque sea un gato. Ese es el inicio de la confianza. Otro ejemplo que yo suelo poner es un artículo que publicó el Marca sobre Ricki Rubio en el que cuenta cómo se desarrolló su autoestima al ser fichado en la NBA. Recuperó su confianza y al tiempo la del entrenador. Yo insisto en que no se puede triunfar si no se tiene confianza en uno mismo.

Bueno, pero hay mucho fantasma por ahí con un ego como un castillo sin nada detrás.

Pero no es sólo una cuestión de ego. Hay una fórmula según la que la confianza es la suma de carácter y competencia. En el carácter tiene que haber además dos parámetros: la intención y la integridad, mientras que en la competencia se incluye la capacidad o habilidad para hacer algo y los resultados. Al hablar de confianza hablamos de todo esto. Para triunfar una empresa tiene que tener gente que responda a todos esos parámetros.

Usted pone como ejemplos de esa confianza fábulas como las de el elefante y la rana. ¿De qué van?

Las dos son de Jorge Bucay. La primera habla de un elefante que ha estado toda la vida encadenado. Cuando era pequeño no tenía fuerza para soltarse y de mayor se hubiera podido soltar fácilmente pero no lo intentó debido a sus fracasos anteriores. El elefante perdió la confianza y eso es lo que lo limitaba. En cuanto al otro cuento, habla de dos ranitas que caen en un cuenco de nata y empiezan a patalear para seguir a flote. Una de las dos se da por vencida, se hunde y se ahoga. La otra sigue pataleando hasta que con el movimiento convierte la crema en mantequilla y al solidificar la crema logra salir. Con esta queremos decir que no hay que darse por vencidos y hay que seguir manteniendo la confianza en uno mismo para que los demás confíen en nosotros.

Debería oírle el Gobierno para que lograra que Europa y los mercados volvieran a confiar en España...

Todo viene a ser lo mismo. Primero hay que mirar hacia dentro y confiar en nosotros para luego transmitir esa confianza. Si no, es imposible que nos crean.

¿Y eso de que las organizaciones ya no se basan en el poder sino en la confianza?

Una de las competencias importantes del líder es tener confianza e infundirla en los demás. Ahora está muy de moda trabajar el liderazgo en confianza dentro de las empresas. Por contra, se dice que los jefes invierten un 30% en controlar a sus empleados y eso es contradictorio. Las empresas a la hora de contratar buscan gente que les inspire confianza pero luego los controlan en su trabajo. Es un círculo que hay que romper. Yo por ejemplo he tenido jefes que me han controlado y otros que cuando me contrataron me dijeron que yo era autosuficiente y durante meses no me dijeron ni lo que opinaban de mi trabajo. Pues bien, yo rendí mejor en esta segunda empresa. El tema de fichar, instalar cámaras para controlar a los empleados... todo eso no inspira confianza ni deja a los trabajadores confiar en sí mismos y al final rinden menos.