­En sus diarios sobre la vida en Alicante, Richard muestra con humor e ironía su perplejidad por algunas de nuestras costumbres, Estudiante de filología inglesa en la UA aún no se ha acostumbrado tras dos meses a algunas peculiaridades del carácter español.

¿Tanta diferencia hay entre su ciudad, Brno, y Alicante?

Sí, es muy diferente. Encuentro Alicante muy bonita. Me ha gustado el castillo de Santa Bárbara y el Puerto, pero sobre todo me ha llamado la atención la cantidad de parques que tiene. Por todos lados hay algo verde, incluso en las rotondas hay flores o césped. Es muy relajante. Por ejemplo el parque de Canalejas es precioso con sus estatuas aunque me choca que donde hay una estatua siempre hay al lado una placa con el nombre del alcalde o la autoridad que había cuando la pusieron y eso me extraña. A mí lo que me interesa es el autor de la escultura y lo que representa, no el alcalde había cuando se puso...

Sí, bueno, aquí a las autoridades les gusta dejar constancia de su paso.

También me llama la atención lo de que la alcaldesa sea excelentísima y el rector sea magnífico... Todos esos cargos. Es raro. Yo recibí hace poco una carta del edificio donde vivo firmada por el presidente de la comunidad, y al ver lo de presidente creía que era alguien muy importante en la ciudad que se dirigía a mí.

Y con los alicantinos ¿qué tal?

Los españoles parece que estén relajados todo el tiempo. No parecen tener nunca prisa ni estar nerviosos. Parece que saben disfrutar de la vida pero sin embargo no paran de hablar de la crisis. Es como una obsesión. Todo son noticias negativas. En la República Checa también estamos mal y allí de la crisis nos se habla.

¿Relajados? ¿Tiene la sensación de que aquí se trabaja menos?

No, en absoluto. Lo que pasa es que nosotros no hacemos la siesta. Aquí parece que todo tarda más en hacerse. Las tiendas y las empresas paran a mitad del día y al final tienen menos tiempo libre. Allí tenemos la tarde para vivir fuera del trabajo pero nuestro estilo de vida es distinto. Allí a las 10 de la noche es tarde ya y por eso yo no me acostumbro a los horarios españoles, incluso tengo problemas para dormir porque a las 11 de la noche estoy cansando, pero a esa hora los españoles gritan y hacen cosas.

Usted habla en sus diarios de algunas otras cosas a las que no se acostumbra.

Esto me encanta, pero hay cosas que me chocan y que a ustedes les parecen normales. Con los autobuses por ejemplo, con las letras y los números todo es confuso. Luego están los españoles que creo que me mienten (se ríe). Voy por la calle y pregunto por una dirección y todos me responden como si quisieran hacerme feliz, pero las indicaciones no suelen estar bien y siempre estoy perdido. Tengo la anécdota de otra cosa que no entiendo. Cuando llegué aquí me dijeron que tenía que hacerme una tarjeta de la universidad muy importante. La pedí y me la han enviado a los dos meses cuando yo voy a estar aquí cuatro, pero es que además resulta que no me hace falta ni para la biblioteca ni para el pabellón deportivo ni para nada. He preguntado para qué sirve de verdad y no me lo saben decir, pero todo el mundo la tiene... Y los horarios, Dicen que algo abre a una hora pero abre media hora más tarde y parece normal.

¿En su país son más serios con esta cosas?

No más serios, pero si en un cartel pone algo, todo el mundo da por hecho que se cumple.

Usted habla bien español pero ha venido para perfeccionar su inglés. ¿Encuentra con quien practicarlo?

Lo del inglés aquí es muy extraño. Todo el mundo da por hecho que tenemos que hablar español. En mi país además de checo la mayoría de gente habla inglés, sobre todo en los hoteles o restaurantes. Aquí no, ni siquiera en el pabellón del alumnado hablan inglés. Mis profesores hablan es español con frecuencia mientras que en la república checa los profesores de inglés tienen prohibido hablar en checo. Es chocante el problema que hay aquí con los idiomas. Yo tengo tres amigos españoles que se fueron a Inglaterra un año y volvieron sin hablarlo. No sé qué pasa.