­La Concatedral de San Nicolás congregó ayer a todos los sacerdotes de la Diócesis Orihuela-Alicante con motivo de la tradicional Misa Crismal, una ceremonia que tiene lugar cada Lunes Santo en cuyo transcurso se bendicen los óleos de los catecúmenos y los enfermos, y se renuevan las promesas sacerdotales, reafirmando así su compromiso con Cristo y la Iglesia Universal.

En la ceremonia, oficiada por el obispo, Rafael Palmero, se dieron cita también diáconos y seminaristas así como gran cantidad de laicos que suelen participar en esta celebración religiosa, según informa el Obispado. Este año han asistido además, por tercer año consecutivo, un centenar de escolares del Colegio Oratorio Festivo de Novelda.

En la homilía, el obispo dijo que «esta Misa Crismal nos acerca anticipadamente al cenáculo, al Jueves Santo, con una celebración que sabe a amor fraterno y a orden sacerdotal». Hacia los numerosos sacerdotes que se congregaron en el templo para renovar sus promesas dedicó la mayor parte de sus palabras, recordándoles que deben ser «hogar del espíritu donde no falte el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la bondad, la modestia, la fidelidad, ...siendo testigos de esa buena noticia que es capaz de sanar corazones e infundiendo esperanza en la sociedad».

Palmero también invitó a creer en la potencialidad del sacerdocio, y apeló asimismo a su participación en las iniciativas diocesanas. «La soledad de un sacerdote se vence con cariño, amistad, cercanía y con la conciencia de ser sacerdote, uníos en una íntima fraternidad que debe manifestarse en ayuda mutua, tanto espiritual como material», dijo.

En esta misma misa, el obispo consagró el Santo Crisma y bendijo los óleos de los catecúmenos y de los enfermos. Estos óleos llegaron en procesión solemne hasta el altar en tres ánforas para ser bendecidas después por Rafael Palmero.