Lo primero que hacen Wafa y Rosa al entrar en casa de María, un modesto piso en Colonia Requena, es ponerse el delantal y los guantes y seguir las instrucciones de Juanita Jurado, su monitora en el curso de empleadas de hogar que ambas están llevando a cabo en la parroquia del barrio. Juanita se arremanga, coge la lejía, y manda a Rosa a la cocina y a Wafa al baño. "Yo no sé la de chicas que han pasado por mis manos" dice mientras da las primeras recomendaciones a sus pupilas. "Llevo años enseñando a mujeres a limpiar para que luego puedan conseguir un trabajo como empleadas de hogar". Cuando le preguntamos si cobra algo por su trabajo, Juanita se ríe. "No, no, yo soy colaboradora. Yo cobro en el cariño del párroco", dice dirigiéndose a Roque Cañizares, el alma de todo esto, mientras empieza también a limpiar, "porque María está mayor, se ve poco y no puede, y así, de paso que las chicas aprenden, le arreglamos la casa". "Así funciona esto -cuenta Roque-, mujeres inmigrantes aprenden a hacer las labores del hogar, a cuidar niños y ancianos y a cocinar platos españoles para luego intentar conseguir un trabajo y, como tienen que hacer prácticas, las hacen en casas de ancianos de barrio que lo necesitan".

En este proyecto, que llaman "Currelando se currela", la parroquia lleva trabajando cinco años con la colaboración de Cáritas, del Ayuntamiento y de algunas entidades de ahorro. Desde 2007 han impartido 32 cursos que han finalizado 312 mujeres de las que 223 consiguieron un empleo. Son cursos de dos semanas en los que las alumnas aprenden a cocinar y a realizar las labores del hogar como se suele hacer en España para tener la oportunidad así de encontrar un empleo. "Ahora con la crisis aún es más difícil para ellas integrarse y encontrar un trabajo", señala Roque y por eso es muy importante que se adapten a las costumbres españolas. La parroquia además dispone de una especie de bolsa de trabajo y en ocasiones concierta entrevistas entre los empleados y los empleadores, "aunque son convenios bilaterales en los que nosotros ya no tenemos nada que ver".

Mientras hablamos, seis mujeres alrededor de una mesa atienden las indicaciones de Amparo, su monitoria de cocina, que esta mañana les va a enseñar a cocinar lentejas y tortilla de patata. Entre tanto, otras seis están limpiando algunos pisos del barrio como es el caso de Wafa y Rosa. Wafa, de origen argelino pero residente en Alicante desde que era una niña, señala mientras limpia la mampara de ducha de la casa de María, que le ha gustado especialmente la parte del curso correspondiente a la cocina. "Me encanta. He aprendido a hacer muchos postres y me lo pasé muy bien". Rosa, procedente de Ecuador sigue fregando platos mientras indica que "esto está bien porque voy cogiendo experiencia y a ver si luego sale algo, que hace falta".