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Miles de personas se echaron ayer a la calle para protestar contra las cargas policiales que se han registrado en Valencia durante los últimos días contra los estudiantes del instituto Lluís Vives. Las manifestaciones se sucedieron en Alicante, Elche, Benidorm, Elda, Valencia, Madrid, Sevilla... y en todas se quiso transmitir un mensaje de solidaridad hacia los alumnos.

En Alicante, más de 3.000 personas, según los organizadores, o 1.500, según la Policía Nacional, se concentraron desde las 19.30 horas en las escaleras del Jorge Juan. Los asistentes iniciaron una marcha que les llevó por Luceros, la avenida de Maisonnave, Aguilera y la calle Carratalá, donde tiene su sede de la delegación territorial de Educación. Allí concluyó la protesta. Durante la manifestación se produjeron varias paradas técnicas. La primera, en Luceros. Los manifestantes se sentaron junto a la fuente, alzaron sus manos y comenzaron a gritar: «Estas son nuestras armas». Mientras, seis efectivos del Cuerpo Nacional de Policía y una patrulla de la Policía Local observaban, sin más, la reacción de los asistentes. Ni una mala cara por uno y otro bando. Ni un conato de enfrentamiento. Nada.

Durante el recorrido se pudieron escuchar todo tipo de proclamas. «Menos represión, más educación», «El president, que vaya a Fontcalent» o «No a la violencia, todos con Valencia» fueron las que más se oyeron. Tras una nueva sentada en Maisonnave, la marcha se dirigió a la sede de Canal 9. Allí se lanzaron todo tipo de improperios contra la televisión pública por su tratamiento informativo de las cargas policiales. El que más triunfó fue «Canal 9, manipulación». La protesta tuvo su última parada en la dirección territorial de Educación. Allí se leyeron dos manifiestos –uno de Toma la Plaza y otro de la Asociación de Estudiantes de Secundaria de Valencia– y en ambos se censuró la «brutalidad» policial contra los estudiantes del Lluís Vives.

Eso, por la tarde. Por la mañana, cerca de 400 personas se concentraron frente a la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Alicante (UA) para protestar contra la actuación de los agentes. Los jóvenes se dirigieron después hacia la calle de Alicante y cortaron el tráfico durante 45 minutos.

Libros como «armas»

En Valencia también se vivió una multitudinaria manifestación, con libros como únicas «armas» y esta vez sin incidentes. Una marea humana recorrió el centro de la ciudad, desde la plaza del Ayuntamiento hasta el corazón financiero, pasando por la Delegación del Gobierno, la Jefatura Superior de Policía y la sede del PPCV.

En Madrid, por su parte, más de 2.500 personas, en su mayoría jóvenes, se concentraron frente a la sede nacional del PP, el la calle Génova, tras iniciar una marcha desde la Puerta del Sol.

Hasta ahí, las reacciones en la calle. Porque ayer también hubo una oleada de valoraciones dialécticas. Entre ellas, la del presidente de la Federación Valenciana de Estudiantes (Faavem), Albert Ordóñez, quien lamentó que no haya «depuración política» por los incidentes con la Policía. Entre ellos, exigió la dimisión de la delegada del Gobierno en la Comunidad, Paula Sánchez de León. Estudiantes, los partidos de la oposición, los sindicatos de educación... Las exigencias para que presente su renuncia al cargo fueron ayer constantes.

Eso sí, ella dijo que no lo hará. Le transmitió a Ordóñez que no piensa dimitir y recalcó que no eliminará los cargos judiciales a los jóvenes detenidos en las protestas estudiantiles. La delegada del Gobierno además apuntó que el jefe superior de Policía de la Comunidad, Antonio Moreno, cometió un error al considerar a los estudiantes como «enemigos». De hecho, él mismo le dijo que «fue una equivocación», según agregó la dirigente del PP, casi a la vez que anunció que ha solicitado que «se inicie un expediente informativo» para aclarar los hechos. Los estudiantes, por su parte, anunciaron que seguirán movilizándose durante los próximos días hasta que Sánchez de León renuncie a su cargo.

Las reacciones también llegaron desde Madrid. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, pidió «serenidad y mesura a todo el mundo» con el fin de evitar que España dé «una imagen fuera que no es la de nuestro país».

El que también habló fue el ministro del Interior, Jorge Fernández. Pero no una vez, sino dos. Por la mañana reconoció que hubo «algún exceso y alguna actuación desafortunada por parte de algún policía», pero por la tarde decidió dar marcha atrás. «Ya he dicho que nosotros estamos para controlar los excesos y no para excedernos en el control. Ya lo he dicho y está dicho para personas inteligentes, pero que quede claro que cuando hablo de los excesos, estoy hablando de manera muy especial de aquellos radicales y violentos que aprovechan determinadas circunstancias que no deben hacer en ningún momento», matizó.

Esas palabras llegaron después de que el Sindicato Unificado de la Policía (SUP) le llamara «cobarde». «Si la reacción ha sido excesiva debe empezar por cesar a la máxima responsable política, la delegada del Gobiern0», apuntó el colectivo policial.