Hay placeres que no cuestan, y en épocas de crisis pasar una mañana en la playa es sinónimo de plan económico. Y de salud. Isabel Martín se levanta todos los días temprano para que le dé tiempo a dar un paseo por la arena porque, asegura, es bueno para sus problemas circulatorios. "Llevaba días sin venir y eso que necesito el mar. Con el frío que ha hecho no ha habido quien me moviera de casa", señala. Como ella, alicantinos de todas las edades han acogido la vuelta del buen tiempo con los brazos abiertos, la cara hacia el sol y mirando al mar.

La ola de frío, que ha durado dos semanas y que llegó a dejar en la ciudad de Alicante dos grados bajo cero, ha vuelto a dar paso a la actividad en las playas y ayer, de nuevo, se podía ver a jóvenes descamisados jugando al voley, a mamás paseando los carritos de sus bebés, gente mojándose los pies y usuarios de los aparatos de gimnasia que ayer retomaban la actividad, como señalaron dos jubilados. Sin embargo, las instalaciones para gimnasia también tienen a sus fieles, como Verónica Lillo, quien volvió como cada martes a hacer deporte. "Soy de las que no falla. He venido haciendo mucho frío también, pero ahora resulta más agradable". Tampoco fallaron ayer a su paseo diario Pablo y Mari Sol, dos extremeños que llevan años viviendo en Alicante y que todos los días, "llueva o nieve, damos un paseo. Pero sin frío es maravilloso".

Para los que la subida de temperaturas ha sido una bendición es para los chiringuitos de Playa de San Juan. "Venimos de unos días muy malos, que sumados a la crisis han hecho caer en picado las ventas", señaló Carmen Brotons, de Casa julio. Desde Casa Domingo, otro de los chiringuitos de la playa de San Juan, su gerente, Fernando Olcina, lamentaba que el buen tiempo no venga acompañado de más oferta de ocio en la playa. "Aquí podemos ofrecer mar, sol y chiringuitos, pero no hay nada más y es una pena que con este tiempo no haya locales, tiendas y, en general, algo más". Señaló que los fines de semana y "la clientela fiel" han salvado la "sangría" de ventas de la ola de frío. Desde el restaurante Aitana su camarero, Adam Malti, señaló que hay que abrir todos los días y dar un servicio continuo. Pero claro está que el sol ayuda. Ayer, de nuevo, tenía la terraza llena.